domingo, 21 de noviembre de 2010

¿Hijos de romances inoportunos?


Investigaciones recientes avalan que Homo sapiens y Homo neanderthalensis se cruzaron y, por lo tanto, tuvieron descendencia. El descubrimiento suscita nuevas expectativas en los estudiosos de la evolución humana y revive los enigmas de la especie extinguida
Por Flor de Paz
La familia neandertal es moderna. Integra a más de cinco individuos y a menos de una docena. Allí donde se establece, sus miembros organizan el hogar, se protegen entre sí, dan calor a sus alimentos y resisten las bajas temperaturas.
Viven durante el pleistoceno medio y superior, entre 200 mil y 30 mil años antes del presente. Cultural y anatómicamente son muy parecidos a los sapiens. Disponen de un pensamiento simbólico; tienen un lenguaje articulado; desarrollan una tecnología compleja; usan el fuego; crean adornos personales y entierran a sus difuntos.
Altos y robustos, los machos miden un promedio de 1,70 metros y las hembras diez centímetros menos. Algunos son pelirrojos y de piel clara. Su capacidad craneal no tiene precedentes en la historia de la evolución humana. Habitan en cuevas o al aire libre; son caníbales, grandes cazadores-recolectores, super carnívoros e, incluso, ensayan formas para preservar la carne de los animales que cazan.
Por su comportamiento adelantado y la manera en que desaparecieron, alrededor de los neandertales han sido tejidas distintas polémicas.
Su coincidencia temporal y espacial con los humanos anatómicamente modernos o cromañones en el escenario pleistocénico euroasiático despierta suspicacia, y no son pocos los que creen que fueron estos los responsables de su extinción.
Pero, “no debe pensarse que los humanos modernos avanzaron de este a oeste como una apisonadora que extinguía a todos los neandertales a su paso. Durante miles de años unos y otros debieron de repartirse el mapa de Europa, formando un mosaico de poblaciones entremezcladas”, apuntan Juan Luis Arsuaga (codirector del Proyecto Atapuerca) e Ignacio Martínez en el libro La especie elegida.
Que neandertales y sapiens hayan tenido contacto es, sin dudas, el núcleo del asunto. Al respecto está sobre la mesa el posible entrecruzamiento de ambas especies, tema al que ha dirigido sus investigaciones un equipo del Instituto Max-Planck, de Antropología Evolutiva, de Leipzig, Alemania, cuyos resultados publicó recientemente la revista Science.
Tus genes en mí
Hallar material genético en fósiles es siempre una labor compleja, entre otras razones por su poca pervivencia en los restos óseos y por el cuidado que merece la conservación de esas riquezas prehistóricas.
Aun así, el equipo alemán encabezado por Svante Pääbo logró realizar el primer examen de ADN sobre huesos de tres individuos neandertales, los cuales comparó con genomas de cinco humanos actuales de África del Sur, África Occidental, Nueva Guinea, China y Francia.
Entre los resultados más importantes los científicos observaron la inexistencia de un aporte significativo de la especie extinguida al patrimonio genético del Homo sapiens.
“Fue moderada, cuando neandertales y sapiens se encontraron en el Medio Oriente, tras la salida de los humanos primitivos de África y antes de que se extendieran hacia Eurasia”, informa Science.
Esta mezcla entre ambas especies es vista por Eudald Carbonell, codirector del Proyecto Atapuerca, como “cruces marginales y probablemente de algunos miles de ejemplares”, según lo escribe en su blog Sapiens del periódico El Mundo.
A la vez, el científico considera como el más interesante resultado del estudio genético el haber podido constatar una vez más que desde hace 80 mil años fueron los especímenes del Próximo Oriente* quienes colonizaron los territorios fuera de África.
Asimismo indica que si estas dos especies pudieron reproducirse fue porque tuvieron un antecesor común muy cercano.
Sin romper la baraja
Un punto de vista diferente acerca del estudio de Pääbo tiene José María Bermúdez de Castro, director del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y también codirector del Proyecto Atapuerca.
Según opiniones del científico, recogidas en el blog La ciencia es la única noticia, del diario Público, él no es partidario de reescribir toda la historia de la evolución humana. Y dice:
“Los últimos análisis del ADN antiguo de los neandertales sugieren que estos homínidos se cruzaron en el Próximo Oriente con las poblaciones africanas de las que descendemos los humanos, y tuvieron descendencia fértil. De acuerdo con las estimaciones de diferentes estudios del ADN de los neandertales, el linaje de estos y el de los humanos recientes se separaron hace casi un millón de años”. (Ambas especies pertenecen a líneas evolutivas diferentes).
“Sin embargo, las dos poblaciones estaban todavía lo suficientemente próximas en términos filogenéticos como para poder hibridar y producir descendencia fértil. Aunque este fenómeno pudo ser puntual y suceder solo en una región donde coexistieron durante muchos milenios, deberíamos aceptar que neandertales y humanos modernos pertenecemos a la misma especie. Y esta conclusión nos llevaría a una situación embarazosa. La mayoría de las especies del género Homo están más próximas entre sí que los humanos modernos y los neandertales. De ese modo, aunque no podamos extraer ADN de esas especies, todas ellas quedarían bajo sospecha.
“Con sinceridad, no soy partidario de reescribir toda la historia de la evolución humana por culpa de romances inoportunos ocurridos hace entre cien mil y 50 mil años en el Próximo Oriente. Con ingenio y sin romper la baraja, los resultados del equipo de Svante Pääbo podrían ayudarnos a despejar muchas de las incógnitas que aún quedan por resolver”.
Hijos huérfanos
Otro dato reciente acerca de los neandertales fue obtenido mediante un estudio realizado por el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), de Burgos, y la Universidad de Granada.
Mediante el análisis de los dientes de casi todas las especies de homínidos que han existido en los últimos cuatro millones de años, los científicos concluyeron que no parece ser el Homo heidelbergensis el antecesor de los neanderthalensis, según se creía.
“De todas las especies de homínidos que se conocen actualmente, ninguna tiene probabilidades superiores al cinco por ciento de ser la predecesora a los neandertales y al Homo sapiens, por lo que es probable que el último ancestro común de estos dos linajes no se haya encontrado todavía”, advirtió Aida Gómez Robles, autora de la investigación española.
Eudald Carbonell, quien ha dirigido durante 30 años las excavaciones del yacimiento barcelonés de neandertales Abric Romaní, reflexiona: “Desaparecieron en Gibraltar hace 24 mil años, quedan arrinconados allí y se extinguen cuando el sapiens ya ha penetrado por toda Europa. “Este hecho indica cómo se resistieron a la desaparición”. ¿Causas? “Seguramente la desestructuración de sus redes”.
Tal es la dinámica de la ciencia, unas y otras hipótesis entran al ruedo de los conocimientos. Nuevos hallazgos desdicen o confirman descubrimientos anteriores; la base empírica en la cual descansa la ciencia siempre es renovable.
Los neanderthalensis, uno de nuestros parientes más cercanos, son objeto continuo de esta dimensión investigativa, por la constatada presencia de sus restos en toda Europa.

*Se refiere al Medio Oriente.

Sin detener el corazón




El desarrollo de la cirugía cardiovascular en Cuba cosecha frutos significativos. Numerosas instituciones asistenciales del país cuentan con este servicio y la aplicación de procederes conocidos y novedosos acumula una apreciable experiencia en este campo médico. Una muestra de esa evolución es la Sustitución valvular con el corazón latiendo, nueva técnica que se aplica con éxito.


Por Flor de Paz

Una singular técnica operatoria encaminada a la sustitución de las válvulas cardíacas aórtica y mitral por una prótesis mecánica, sin necesidad de parar el corazón para realizarla, se desarrolla desde hace varios años en el Cardiocentro del Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras.
La llamada Sustitución Valvular con el Corazón Latiendo se ha convertido en una práctica habitual dentro de la mencionada institución asistencial y es utilizada para la renovación funcional de estructuras valvulares cardíacas en pacientes que padecen de disfunción ventricular severa, (disminución de la fuerza de contracción) que implica un alto riesgo para la supervivencia.
Aún ante la presencia de diferentes grados de daño cardíaco, la cirugía ha resultado exitosa en la gran mayoría de los pacientes operados con este procedimiento. A estas personas solo les quedaba como única alternativa la de recibir un tratamiento farmacológico mientras esperaran la evolución natural de su enfermedad, y en algunos pacientes que tuvieran indicación médica, un trasplante de corazón, con una precaria calidad de vida que no superaría unos pocos años de existencia.
El proceder se basa en el uso paralelo de la máquina de circulación extracorpórea (sustituye la función cardíaca y respiratoria) durante la operación y en un determinado aporte de sangre oxigenada a temperatura normal como alimentación sanguínea al músculo cardíaco con el fin de que este no detenga su movimiento contráctil, explica el Profesor Luis A. Guevara González, especialista de Segundo Grado en Cirugía Cardiovascular y creador de esta técnica en nuestro país, quien por primera vez realizó esta intervención a un joven paciente con alto riesgo de mortalidad.
"Aquel primer caso, un muchacho de 31 años, decidimos operarlo por consenso del equipo médico de nuestro Cardiocentro y la aprobación del paciente y sus familiares. Salió muy bien de la intervención; en estos momentos hace una vida normal y su corazón ha recobrado la fuerza de contracción, aunque lógicamente se le mantiene un chequeo periódico y un tratamiento medicamentoso que disminuirá con el tiempo".
Según el experto, la idea surgió a partir de una operación anterior "a corazón latiendo" que él ejecutó junto a otro profesor, para el tratamiento de un padecimiento cardíaco diferente.
La aórtica y la mitral entre las más afectadas
Dentro del gran grupo de enfermedades cardiovasculares se encuentran las afecciones de las válvulas cardíacas. Ellas (tricúspide, pulmonar, mitral y aórtica) pueden sufrir estados infecciosos, inflamatorios, degenerativos o congénitos que les causan deterioro o alteraciones estructurales y funcionales.
La válvula aórtica es una de las que con mayor frecuencia resulta dañada. Su función es permitir la salida de la sangre oxigenada del ventrículo izquierdo hacia la arteria aorta para llevarla a todo el organismo, y cualquier defecto en su continua labor crea considerables trastornos. La válvula mitral regula el paso de la sangre oxigenada desde aurícula izquierda al ventrículo izquierdo proveniente del pulmón.
"Estas válvulas puede desarrollar una estenosis (estrechamiento de su área de salida, debido al desarrollo de fibrosis y calcificación en su estructura) o una insuficiencia (impide un buen cierre de la válvula y permite un retroceso de la sangre)", explica el Profesor Guevara González.
Ambas patologías provocan un significativo deterioro de la función del músculo cardíaco, que llega a perder su fuerza impulsora. El paciente empieza a manifestar los signos y síntomas de estas enfermedades valvulares como son mareos, dolores anginosos, falta de aire ante los esfuerzos, tos, pérdida del conocimiento, arritmias, etc. con gran riesgo de sufrir una muerte súbita.
"A veces el enfermo subvalora esos síntomas o recibe una orientación inadecuada y cuando llega al Servicio de Cirugía Cardiovascular ya no puede ser operado, o es extremadamente riesgoso hacerlo, debido al nivel a que ha disminuido la fuerza con que su corazón se contrae para impulsar la sangre; o sea, sufre de una disfunción severa del ventrículo izquierdo.
"Es en estos casos en los que hemos aplicado la técnica del Corazón latiendo para hacer la sustitución de las válvula aórtica y mitral. Esta técnica constituye una opción real, pues de otro modo, operar, implicaría un altísimo riesgo de muerte trans-operatoria al detener el corazón durante la intervención quirúrgica, como hacemos habitualmente".
Contra la corriente
Durante el procedimiento operatorio el paciente es conectado a la máquina de circulación extracorpórea, a la vez se impide que la sangre oxigenada siga el curso normal en su recorrido desde la aorta, a través de los ostium (orificios) coronarios hasta el músculo cardiaco. La sangre oxigenada, a temperatura normal, es administrada con el auxilio de una sonda de perfusión, en sentido contrario, por el seno coronario (estructura anatómica para la salida de sangre no oxigenada). De tal modo, esta sale por donde debiera entrar.
"El objetivo es mantener el movimiento cardíaco y a la vez detener el aporte sanguíneo al corazón por la arteria aorta para poder abrirla, observar la válvula dañada, resecarla e implantar la prótesis con la técnica habitual. Al finalizar este procedimiento, la arteria se sutura y vuelve a recibir normalmente sangre y el corazón no se detuvo en ningún momento", concluye el Doctor Luis Guevara González.







El eminente investigador cubano Carlos Juan Finlay, nacido el 3 de diciembre de 1833 en la ciudad de Camagüey, reveló al mundo una nueva forma de trasmisión de las enfermedades




Por Flor de Paz

El doctor Carlos Juan Finlay Barrés es uno de los hombres que mayor servicio ha prestado a la humanidad. Con su brillante descubrimiento y la aplicación de sus principios epidemiológicos pudo ser erradicada en todo el mundo la mortífera fiebre amarilla urbana. Pero su obra científica es aún más trascendente.
Como creador de la teoría del vector biológico o el hallazgo de una nueva vía de trasmisión de las enfermedades, universalmente denominada doctrina finlaista, hizo posible despejar el sendero por donde transitan todas las patologías que requieren de "un agente, completamente independiente de la enfermedad y del paciente, para trasladar el mal de un afectado a un sano", tal como lo reveló por primer vez el propio Finlay en la Conferencia Sanitaria Internacional de Washington.
Contaba el sabio en ese momento con 48 años de edad, y había dedicado ya más de dos décadas de su vida al estudio de la fiebre amarilla, desde su graduación en los Estados Unidos, en 1855.
Sin descanso, el científico se consagró al conocimiento de ciencias que le permitirían adentrarse en el fenómeno biológico de la fiebre amarilla. Se autopreparó en ramas del saber como la climatología y la entomología; estudió la entidad desde el punto de vista clínico, bacteriológico, anatomo-patológico y epidemiológico y halló los caminos que lo llevarían a la solución de dos grandes problemas presentes en la medicina de la época: el de concebir una nueva forma de trasmisión de las enfermedades y el de encontrar la manera de demostrarlo.
"Describe en detalle las partes del insecto, sus funciones, y apunta observaciones originales de alto valor... Nos da su historia y distribución geográfica y, ante todo dato que aporta, hace el razonamiento oportuno que lo lleva a su demostración final", escribe Cesar Rodríguez Expósito en la más conocida biografía de Finlay.
Así trabajó el sabio durante su larga existencia, que sobrepasó los ochenta años. La energía vital y talento inherentes a su personalidad no quedaron extinguidos ante el logro de la meta científica: durante una parte importante del final de su vida Finlay se dedicó a la organización de la sanidad pública en Cuba. Sobre la genialidad del incansable investigador y acerca de esta última etapa de su desempeño narra otro de sus historiadores:
"La laboriosidad del Dr. Finlay es pasmosa. En medio del trabajo constante de su profesión y de la producción frecuente de escritos sobre asuntos de Patología y de Terapéutica, en los que se adelanta generalmente a sus compatriotas, como puede verse en sus trabajos sobre la filaria y el cólera, encuentra tiempo por ejemplo, para descifrar un antiguo manuscrito en latín, haciendo acopio de datos en fuentes históricas, heráldicas y filológicas para comprobar que la Biblia en que aparece el escrito hubo de pertenecer al Emperador Carlos V en su retiro de Yuste, o trabaja en la resolución de problemas de ajedrez, de altas matemáticas o de filología; o elabora complicadas y originales teorías sobre el Cosmos en las que figuran hipótesis atrevidas sobre las propiedades de las substancias coloideas y el movimiento en espiral. Más recientemente, en medio de la labor mecánica y cansada de una gran oficina del Estado, y cumplidos ya los setenta años, se familiariza, hasta conocer a fondo toda la doctrina de la inmunidad y las teorías de Metchnikoff, Ehrlich, Muchner, presentando su propia concepción del intrincado problema".
La fiebre amarilla y el Aedes aegypti
Finlay había visto con claridad que el fenómeno de la trasmisión de esta enfermedad requería de la presencia de tres factores: una persona susceptible, un enfermo en el período en el que el virus circula en la sangre y un elemento biológico que llevara el microorganismo del enfermo al sano, después de haber hecho un recorrido en el cuerpo del vector.
Eso no lo había dicho nadie antes. Su hallazgo no se reduce a la identificación de un mosquito que pica y enferma, sino a la revelación de una teoría. El científico parte de los mencionados principios y estudia 600 variedades de mosquitos para llegar a conocer cuál era el trasmisor urbano de la difundida fiebre amarilla y es así como arriba a la conclusión de que solo la hembra del Aedes aegypti era capaz de explicar toda la historia natural de la enfermedad.
Otra de las genialidades de Finlay es haberse dado cuenta de que cuando el mosquito pica extrae un elemento vivo, aunque todavía en ese momento desconocía si se trataba de una bacteria, un protozuario o un virus.
También advirtió que si una persona es picada a los cuatro días de que el insecto chupó sangre enferma, la fiebre amarilla se presenta en una forma leve, pero que si pasa más tiempo la forma es grave, porque va adquiriendo más virulencia.
Finlay, para llegar a su hallazgo, utilizó el método investigativo de ensayo y error, evaluando todas las ideas e hipótesis de su tiempo. Esta elaboración, puramente intelectual, consistió en soslayar el desconocimiento que se tenía del origen o causa de la fiebre amarilla y enlazar los conceptos contagionista y anticontagionista y de enfermo infeccioso y sano susceptible, con la vieja observación de la presencia de insectos durante las epidemias de fiebre amarilla.
Fue un largo proceso que tuvo uno de sus momentos cumbre cuando Finlay hace la exposición completa de su teoría ante la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, en agosto de 1881, mediante el conocido trabajo científico El mosquito hipotéticamente considerado como agente trasmisor de la fiebre amarilla. Allí el investigador muestra una doctrina, con evidencias prácticas implícitas en un grupo de 51 inoculaciones experimentales, perfectamente estudiadas y protocolizadas. Pero aún tendrían que transcurrir otros veinte años para que la confirmación y puesta en práctica de sus principios epidemiológicos hicieran posible la eliminación de la fiebre amarilla en Cuba.
La mortalidad por esta enfermedad fue llevada a cero en el transcurso de los dos años siguientes al 1902 con la erradicación del Aedes aegypti. En 1905, reapareció con 22 defunciones, "pero esta vez la salud pública cubana, bajo la dirección del doctor Finlay, la eliminó definitivamente del país a partir de 1908".*
La cimiente es sembrada por Finlay
Este hombre de ciencias, que en los inicios del siglo XX contaba con alrededor de 70 años de edad, no sólo pudo ver realizado el objetivo al que había dedicado la mayor parte de su existencia, sino que fue denominado en mayo de 1902 como jefe nacional de Sanidad y del Departamento de Sanidad Municipal de La Habana, cargos que desempeñó hasta 1909.
Como auténtico conocedor de las grandes vulnerabilidades a que se exponía la vida y la salud de sus contemporáneos, una de las primeras decisiones que toma es la de cambiar el nombre de la Comisión de Fiebre Amarilla, que él presidía hasta ese momento, por el de Enfermedades Infecciosas, para ampliar así sus funciones al estudio de otras afecciones trasmisibles. Al frente del grupo nombra al doctor Juan Guiteras.
Del mismo modo tomó enérgicas medidas contra la tuberculosis, la fiebre tifoidea puerperal, el paludismo, escarlatina, lepra y cólera. En ese contexto también fue fundado el Dispensario Furbuch y se inició la obra del sanatorio La Esperanza.
Finlay creó las bases de la escuela cubana de higienistas de principios de siglo, que consiguió el alto logro de que posteriormente se elevara a categoría ministerial la organización de salud pública en Cuba.

domingo, 10 de octubre de 2010

Descubren en Atapuerca restos fósiles de un anciano discapacitado


La Pelvis 1 de la Sima de los Huesos (en amarillo) es la pelvis humana más completa de todo el registro fósil mundial. Su gran tamaño comparado con la pelvis de un hombre actual (en verde), nos da una idea de la corpulencia que tenía este antepasado de los neandertales.



Por Flor de Paz. Imágenes: EIA (Equipo de Investigación de Atapuerca)

Hace más de medio millón de años vivió en Atapuerca un anciano que sufrió cierto grado de minusvalía locomotriz, causada por importantes enfermedades degenerativas que le aquejaron mucho tiempo antes de morir, con más de 45 años de edad.
A esta conclusión llegó un grupo de paleontólogos del Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA), que estudió un esqueleto fósil parcial de un corpulento varón, antepasado de los neandertales, publica hoy on line la revista científica PNAS.
Una nota de la Fundación Atapuerca añade que el equipo científico* recuperó los restos fósiles de este individuo durante cinco intensas campañas de excavación en la Sima de los Huesos (pequeña cavidad situada a más de 30 metros de profundidad en el interior de la Sierra). “Desde entonces, el trabajo en el laboratorio ha permitido reconstruir y asociar a esta pelvis su columna lumbar”.
El texto revela asimismo que este anciano discapacitado, antepasado de los neandertales, tuvo que haber necesitado de una atención especial para poder sobrevivir, pues las enfermedades que padecía “tuvieron seguramente manifestaciones posturales y dolorosas en las zonas lumbar y pélvica que le obligarían a adoptar una posición encorvada y, quizás, a usar un báculo para mantenerse erguido. Por ello, este individuo probablemente estaría impedido para cazar, entre otras actividades.
Pero la investigación científica no se restringió solo a este individuo patológico. “El equipo ha encontrado también en la Sima de los Huesos los restos de otras personas que no tenían deformidades en la columna vertebral ni en la pelvis. Gracias a ellos, los científicos han descubierto que esta población, al igual que los neandertales, poseía una columna vertebral con curvaturas menos marcadas que las que recorren nuestras espaldas. Es más, la forma característica de sus vértebras y su pelvis demuestra que sus cuerpos estaban diseñados, como los nuestros, para minimizar el gasto de energía necesario para mantenerse perfectamente erguidos”.











En las entrañas de la Sierra de Atapuerca, han sido halladas la pelvis y la región lumbar de un anciano que vivió hace medio millón de años.

Otra hipótesis a la que arribaron los científicos al estudiar estos fósiles de la Sima de los Huesos apunta a que las mujeres de este grupo homínido “debieron sufrir alumbramientos difíciles, tal como ocurre con las Homo sapiens.
Para arribar a esta conclusión, “los científicos compararon el conducto pélvico del anciano de la Sima de los Huesos, con el de otras pelvis humanas fósiles de sexo femenino encontradas en otros yacimientos del mundo. Los resultados publicados señalan que las diferencias entre los sexos de los individuos fósiles se asemejan a aquellas encontradas entre los hombres y las mujeres actuales.
“En nuestra especie, la pelvis presenta un diseño adaptado a una postura erguida y una locomoción bípeda. Tales adaptaciones ´compiten´ en las mujeres con la necesidad de dar a luz. Estas circunstancias, junto con el elevado tamaño encefálico de los recién nacidos, convierten el parto en un proceso complicado en nuestra especie. En consecuencia, la forma del conducto pélvico de las mujeres presenta modificaciones que habilitan el paso del feto a término en el momento del alumbramiento”.

* Los autores de este estudio pertenecen a las siguientes instituciones: Centro mixto Universidad Complutense de Madrid-Instituto de Salud Carlos III de evolución y comportamiento humanos, la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Cambridge, la Universidad de Burgos, la Universidad de Alcalá de Henares, el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social y el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana.

sábado, 28 de agosto de 2010

Genialidad silenciosa



Casi nueve años han transcurrido desde la desaparición física de Manuel Rivero de la Calle, entre los más eminentes científicos de la ciencia contemporánea cubana. Sus aportes a la antropología y paleontología tienen alcance universal





Por Flor de Paz
El rostro afable, como detenido en la perdurabilidad del tiempo, revela aún esa mezcla de sencillez y tenacidad que caracterizaron al Doctor en Ciencias Naturales Manuel Fermín Rivero de la Calle, considerado el más íntegro antropólogo cubano, al haber sido capaz de abarcar, desde su persistente labor investigativa, diversos campos de esta ciencia.
Entre los más sobresalientes de América Latina y del mundo por el significado que para la humanidad tienen sus descubrimientos, este hombre de ciencias tuvo la capacidad de trabajar indistintamente la antropología del ser vivo y la del esqueleto, combinación poco frecuente entre especialistas consagrados a esta disciplina.
Así, durante toda su existencia, no puso límites dentro del ámbito de sus investigaciones continuas e inagotables. El antropólogo que era, casi por naturaleza propia, no bastaba a la insaciable búsqueda de conocimientos del experto, motivo que le hizo incursionar profundamente en la Paleontología y en la Arqueología. Así, fue capaz de acometer trabajos tan disímiles como la caracterización de la población cubana prehispánica y contemporánea; el descubrimiento cinco especies fósiles que se distinguen científicamente avaladas por su nombre -incluida una nueva de primates de las Antillas aparecida en Cuba- y el hallazgo de pictografías en cuevas de la Isla.
Como complemento indisoluble de su quehacer, esta intensa labor científica del doctor Rivero de la Calle siempre estuvo acompañada por la docencia. La vocación de enseñar le era innata y practicaba el magisterio no solo en las aulas, sino en cualquier momento y a quien lo solicitara.
Uno de sus más fieles discípulos, amigo y colega, el doctor en Ciencias Biológicas Antonio J. Martínez, actual director del Museo Antropológico Montané, evoca las virtudes de "uno de los escultores de su alma y de su trayectoria".
Testigo y heredero excepcional de la valía científica del prestigioso intelectual, el doctor Martínez considera como una de sus más altas responsabilidades saber aprovechar y aplicar de la manera más eficiente posible los conocimientos que adquirió al lado del doctor Rivero, así como ser capaz de trasmitirlos con la misma vehemencia que él lo hizo.
La población indígena cubana
Llegar a describir las particularidades físicas de la población prehispánica cubana es uno de los más importantes aportes del doctor Rivero.
Martínez refiere cómo un estudio completo de material óseo extraído de enterramientos pertenecientes a los grupos preagroalfareros (siboneyes) y a agroalfareros (taínos), le permitió llegar a esos resultados y a realizar, años después, una comparación morfológica entre la población indígena de nuestro país y las que habitaron en el resto de las Antillas.
"Posteriormente, el reconocido científico practicó similares estudios en restos óseos de la población cubana de principios y mediados del siglo XX.
"En ambos grupos indagó además sobre las patologías que con mayor frecuencia padecieron esos individuos. Asimismo, hizo diferenciaciones de acuerdo a particularidades genéticas y condiciones ambientales en que se desarrollaron, análisis que constituye una contribución indispensable a las actuales investigaciones que se realizan en el Museo Montané acerca del Genoma Humano y las llamadas razas.
Los resultados que suelen obtenerse de esas fuentes permiten contar con determinadas referencias del desarrollo físico del grupo analizado, de modo que el doctor Rivero marcó pautas de imprescindible consulta, a partir de las muestras de poblaciones cubanas investigadas. "O sea, que su obra no solamente trasciende a lo más clásico de la antropología, sino que llega a lo que llamamos la antropología molecular".
Igualmente, en el ámbito del trabajo osteológico, el renombrado experto -a través de sus tareas de identificación humana- hizo una notable contribución a la antropología forense, labor que fue reconocida en reiteradas ocasiones por el Instituto de Medicina Legal y por el Laboratorio Central de Criminalística.
Sin embargo, el individuo vivo no quedó fuera de la abarcadora sapiencia de este científico, y su Estudio preliminar del desarrollo físico de los niños preescolares de Ciudad de La Habana es uno de los primeros trabajos que se hicieron en Cuba sobre el tema en el último medio siglo, de manera que este también constituye un prominente punto de referencia para los investigadores.
Rescatar la historia
Las actas de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, fundada a finales del siglo XIX, un documento de obligada consulta para todos los interesados en esta ciencia, fue rescatado y publicado por el doctor Rivero de la Calle.
"Realizó búsquedas sobre los orígenes de la antropología en el país. Estudió la vida y la obra de Luis Montané, de Felipe Poey y de especialistas extranjeros que trabajaron en este campo durante la época colonial cubana.
Según el entrevistado, Rivero de la Calle fue también un avezado indagador de la historia de Cuba, además de contar con una gran formación cultural. "Era un científico con el que podía hablarse de artes plásticas, literatura, música y, sobre todo, de la obra de José Martí, el apóstol, que era una de sus devociones".
Descendientes y arte rupestre
Aunque hasta mediados del pasado siglo se pensó que en Cuba no existían descendientes de nuestros indígenas, en determinado momento se demostró lo contrario y a finales de la década del 60 el doctor Rivero aborda un estudio sobre un reducido grupo poblacional, descendiente de la raza indoamericana, todavía presente en el municipio oriental de Yateras.
Una intensa labor de visita y exploración de cuevas realizó el doctor Rivero desde que en 1949 se vinculó al doctor Antonio Núñez Jiménez y a la Sociedad Espeleológica de Cuba. Hizo descubrimientos muy significativos para la arqueología cubana. En 1961, por ejemplo, reportó nuevas pictografías (dibujos en las cuevas) en cavernas como la de Ambrosio y Farallón de Puerto Francés, ubicadas en Varadero. Estableció así una estrecha relación entre la arqueología y la antropología física, pues en el mismo escenario en que hallaba los restos óseos indígenas, descubrió las pictografías, conjunto que brinda una información más completa acerca de la vida de nuestros hombres prehispánicos.

Atapuerca, una vez más




Partes del cráneo recuperado durante la campaña del 2010 en la Sima de los Huesos. Foto: Javier Trueba / Madrid Scientific Films




Por Flor de Paz
Otra vez, como cada verano desde hace más de treinta años, la Sierra de Atapuerca volvió a ser escenario de una campaña de excavaciones.
En este verano, el hallazgo de dos piezas de industria lítica y de huesos con marcas de corte en sedimentos que posiblemente superan los 1,2 millones de años, indican más antigua presencia humana en la Sierra que la conocida hasta el momento.
Dejar al descubierto la morfología original de Galería, otra de las cuevas del yacimiento, previa a su ocupación homínida, está entre las más importantes labores que los científicos realizaron allí en la campaña del 2010.
En la Gran Dolina, los arqueólogos que trabajaron en el nivel seis de ese yacimiento descubrieron que en determinado momento funcionó allí una guarida de grandes carnívoros. Restos de hienas, de sus presas y coprolitos, así como de de osos que utilizaban la cavidad para hibernar, fueron recuperados.
El nivel 10 de este mismo yacimiento, fuente de un riquísimo registro fósil que ha brindado más de 51 mil restos faunísticos y 9 mil 700 herramientas de piedra desde que comenzó a cavarse en el 2004, aportó durante la recién concluida campaña numerosos restos de bisontes y herramientas de silex, prueba de que en el área investigada existió un tipo de ocupación extremadamente especializada y totalmente desconocida hasta el presente en los yacimientos de Atapuerca.
Homo heidelbergensis, el habitante de la Sierra en esa época (350 mil años antes del presente), dejó en Gran Dolina huellas de la complejidad tecnológica de sus estrategias subsistenciales.


Nuevos resultados en la campaña arqueológica del 2010 en los yacimientos arqueo paleontológicos de Atapuerca confirman la valía de la labor científica que allí se realiza desde hace tres décadas. Foto: Jordi Mestre, EIA.

En el transcurso de las jornadas arqueológicas de este año en la Sima de los Huesos fue completada la extracción de cráneo de medio millón de años de edad. Puede tratarse del segundo más íntegro de los hallados en este yacimiento, después del famoso “Miguelón”, que se exhibe en el Museo de la Evolución Humana de Burgos.
Tan brevísimo recuento de los hitos alcanzados en Atapuerca es suficiente para comprender las motivaciones que hacen acudir cada año en la sierra burgalesa a científicos españoles y de otros países.

sábado, 17 de julio de 2010

Nuevo Museo de la Evolución Humana


La instalación, de 15 mil metros cuadrados, expone fósiles originales procedentes de los yacimientos de Atapuerca y “reconstruye” en su interior la historia humana



Por Flor de Paz
Cuatro plantas de exposición permanente, con más de seis mil metros cuadrados cada una, componen al Museo de la Evolución Humana (MEH), inaugurado esta semana en la ciudad española de Burgos.
Erigido junto a la ribera del Arlanzón, río de vasta antigüedad que atraviesa la urbe castellana, el MEH abriga un total de 200 fósiles originales procedentes de los yacimientos de Atapuerca. Mediante diferentes recursos museológicos, expone asimismo elementos relacionados con la Teoría de la Evolución de Darwin, los trabajos sobre el cerebro del Premio Nobel Santiago Ramón y Cajal y una Galería con reproducciones de homínidos.
Los conocidos yacimientos burgaleses están representados en toda la extensión de una de las plantas del Museo, a través de bloques que simulan las excavaciones en esta zona. Al mismo tiempo, audiovisuales recrean los hallazgos más importantes ocurridos en treinta años de labor arqueológica en la conocida montaña, algunos de ellos presentes en la exposición.
Entre otras muestras sobresalientes del MEH están una reproducción del Beagle, el buque británico en el que Charles Darwin realizó el viaje que inspiró su descubrimiento; la representación del arte rupestre y una sala de fuego que abre paso a otra área donde se habla de socialización y de la tecnología utilizada por nuestros antepasados.
El proyecto del Museo de la Evolución Humana de Burgos está basado en la misma filosofía que la réplica de las cuevas de Altamira, según ha dicho el arquitecto de ambas obras Juan Navarro Baldeweg.
En el de Altamira el conocido especialista relacionó la arquitectura con la geología del terreno y en el de la Evolución Humana, con el paisaje de la Sierra de Atapuerca. En este sentido, señaló que las piezas centrales del museo burgalés reproducen las trincheras de Atapuerca. Además –dijo-, el exterior del edificio establece una relación con el río Arlanzón que es el elemento conductor del rosario de jardines de la ciudad y que llega hasta el yacimiento.
Según José María Bermúdez de Castro, uno de los tres co-directores del proyecto Atapuerca, “hay muchos museos en Europa, en Euroasia y algunos en África que dedican espacio a la evolución humana, pero la verdad, tal y como se ha aprovechado esto, con esta dimensión, no se había hecho nunca.
"Es una inversión impresionante y un volumen impresionante de espacio, de información de datos, es único. Lo que hay que hacer ahora es mantenerlo vivo, que no sea flor de un día, sino continuar trabajando durante años y años", añadió.
“En el MEH se puede contemplar la evolución de los homínidos desde hace 1,5 millones de años. Al mismo tiempo, se puede comprender la teoría de la evolución de Darwin, se pueden observar todas las especies del género Homo, conocer la evolución del cerebro humano y entender la cultura humana, a nivel diacrónico, así como adentrarnos en los ecosistemas que han formado parte del gran proyecto de nuestra especie”, explicó Eudald Carbonell, también codirector del Proyecto Sierra de Atapuerca.
El Complejo de la Evolución Humana, en el que se enmarca el nuevo Museo, comprende un sistema en el que se integran por primera vez los yacimientos, las investigaciones, los centros de recepción e información de visitantes y los centros de conocimiento y divulgación, una red de recursos y actividades en torno a Atapuerca en el que todos y cada uno de sus elementos juegan un papel importante e interconectado.

lunes, 5 de julio de 2010

Un giro de tuerca







La inteligencia, legado de las innumerables especies homínidas que nos precedieron, es nuestra más fabulosa herramienta y conquista: la tecnología magnifica capacidades, no las sustituye. (Imagen: Hombre mecánico, de Liliana Lima de Lázaro)

Por Flor de Paz

Somos seres tecnológicos. La capacidad para fabricar herramientas fue una de las principales adquisiciones en pos de alcanzar nuestra condición humana durante el proceso evolutivo.
Dos millones de años después de que los homínidos más antiguos fabricaran los primeros artefactos de piedra, el universo tecnológico creado por el Homo sapiens multiplica exponencialmente sus capacidades y ejerce una influencia determinante sobre mecanismos originarios de la vida.
Una nueva selección, la técnica o cultural, coexiste con aquella basada en la sobrevivencia y reproducción de los individuos más aptos. Y el acceso a los adelantos científicos (algo así como el fuego en el paleolítico), determinan, en buena medida, la prolongación de la existencia entre los menos favorecidos por sus genes.
El desarrollo de incontables equipos médicos destinados al diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, así como la acelerada diversificación de la industria farmacéutica, y de los conocimientos científicos en general, proporcionan a la humanidad herramientas capaces de transformar la naturaleza y de superar impensables escollos biológicos.
Pero, ¿cuándo el facultativo y sus prácticas clínicas deben de predominar sobre el uso (y abuso) de la tecnología per se? Y, ¿cuándo el tino no debe ser desechado en pro de un diagnóstico eficaz?
En cualquier caso, la responsabilidad nunca será suplantada por códigos o artefactos, a la postre frutos de la intervención humana. Ni la máquina más sofisticada sería capaz de sustituir al examen clínico o al diagnóstico presuntivo de un especialista, sobre todo si media la experiencia.
La inteligencia, legado de las innumerables especies homínidas que nos precedieron, es nuestra más fabulosa herramienta y conquista: la tecnología magnifica capacidades, no las sustituye.
Con todo, seguimos siendo vulnerables, aun cuando el desarrollo tecnológico se acerque cada vez más al universo de la ficción.
El sabernos portadores de un infinito conocimiento acumulado no debe alentar al uso inconsecuente de las herramientas creadas por nuestra especie, en aras, precisamente, del mejoramiento de la vida.
Agravia la evolución tecnológica el facultativo que falsea la valía de un fármaco. O aquel que por pereza o desidia acorta la duración de un tratamiento u oculta los probables caminos de una cura. Más que agravio es una estocada a la ética.
Solo la aspiración a una sociedad de pensamiento científico, basada en la lógica y la demostración, hará posible avanzar en el camino humano. Evolución tecnológica significa convertirnos en mejores usuarios, incluso, de nuestra propia inteligencia. Las máquinas resultan formidables, siempre y cuando usemos el cerebro. (Publicado en la revista Juventud Técnica, mayo-junio de 2010).

domingo, 20 de junio de 2010

De vuelta a la colina mágica

El complejo pleistocénico Sierra de Atapuerca es reconocido universalmente por sus aportes al estudio de la evolución humana. Entre sus más importantes resultados están el haber demostrado que Europa occidental fue poblada más temprano de lo que se pensaba hasta hace muy poco y una significativa contribución de restos fósiles de dos especies homínidas al registro mundial

Por Flor de Paz

Otra vez, como cada verano desde hace más de treinta años, la Sierra de Atapuerca vuelve a ser escenario de una campaña de excavaciones. Apenas se anuncia su inicio y la jornada del año en la colina burgalesa alienta expectativas en el universo mediático y científico.
Numerosa es la colecta de evidencias arqueológicas que en poco más de un mes reúnen allí los científicos. La Sierra ha demostrado contener en sus entrañas tal riqueza en restos que aún cuando no tenga lugar un descubrimiento sobresaliente el Equipo de Investigaciones de Atapuerca (EIA) lleva a sus laboratorios cada año una impresionante cantidad de material para el estudio.


La Trinchera del Ferrocarril vista desde Gran Dolina.

Apasionante y afanoso es el momento del trabajo de campo. Investigadores procedentes de diferentes instituciones se reúnen en Atapuerca y se entregan a la minuciosa búsqueda, como quienes realizan el siguiente capítulo de una serie de tres décadas.
La Trinchera del Ferrocarril abre sus puertas y los arqueólogos se internan en ella con expectativa de visitante que llega al impresionante complejo. El primer yacimiento que encuentran a su derecha es la Sima del Elefante. Este es el más antiguo de Atapuerca, donde dos años atrás se materializó el importante hallazgo de una mandíbula humana que supera el millón de años.


Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro, codirectores del Proyecto Atapuerca, observan la mandíbula humana de 1,2 millones de años hallada en la campaña del 2007 en la Sima del Elefante, Sierra de Atapuerca. Foto: Jordi Mestre (EIA)

El camino forjado de la Trinchera atraviesa la colina y sirve de plataforma a grandes andamios metálicos que se elevan desde la base hasta la cima de la cota. Desde ellos puede accederse de forma lateral a los niveles estratigráficos de los yacimientos.
Este trillo arcilloso suele estar húmedo y las huellas de los caminantes quedan impresas en el suelo. Las pisadas despiertan la imaginación y dejan fantasear. ¿Cómo conseguirían sobrevivir los homínidos del pleistoceno que andaban desnudos por la Sierra? La sola evocación de la existencia de seres que vivieron sometidos a un clima tan severo, sin nuestras posibilidades de abrigo y calor, hace estremecer la piel de cualquier humano moderno.
Otro refugio prehistórico sigue a la Sima del Elefante: Galería. El yacimiento fue una cueva que tuvo forma de media (o calcetín) y hace 500 mil años sirvió como una especie de suministradora de alimentos o “supermercado” al Homo heidelbergensis, que habitaba este ecosistema. Los homínidos acudían a Galería para obtener la carne de los animales que caían a la cueva por una abertura superior que tenía esta cavidad. Entraban y salían por una oquedad ubicada en su extremo inferior, y una vez obtenido el alimento, abandonaban el lugar dejando abandonadas las herramientas de piedra que utilizaban para descuartizar a sus víctimas. A esas conclusiones han podido llegar los investigadores luego de estudiar el sitio durante años.
La Gran Dolina, que también se halla en la Trinchera, es uno de los más conocidos yacimientos de Atapuerca. El sitio cobró mayor interés en 1994, cuando aparecieron allí los primeros restos de una especie desconocida hasta entonces: el Homo antecessor.
En el llamado estrato Aurora, del nivel seis, han aparecido numerosos restos de este homínido en diferentes campañas de excavación. El también llamado “humano explorador” de 800 mil años era alto y fuerte; de cara con rasgos modernos y dentición primitiva.
Además del antecessor, la Sierra de Atapuerca también ha aportado al registro mundial la mayor parte de los fósiles existentes de heidelbergensis. El yacimiento donde han sido hallados estos restos óseos, la Sima de los Huesos, es de difícil acceso, y los científicos que trabajan allí tienen que atravesar estrechos pasadizos para sacar a la luz las valiosísimas y abundantes evidencias arqueológicas depositadas en el interior de la cueva.
Homo Heidelbergensis tenía unas proporciones corporales similares a las del sapiens, pero su tronco era más ancho y los huesos de sus extremidades más robustos. También poseía una capacidad cerebral mayor que la de sus antepasados, aunque desfavorablemente desproporcionada respecto a su pesado cuerpo. Los estudios realizados a los fósiles hallados en la Sima de los Huesos han revelado incontables datos sobre la vida de estos seres en el ecosistema burgalés y acerca de la especie en sí misma.
Tan brevísimo recuento de los hitos alcanzados en Atapuerca es suficiente para comprender las motivaciones que hacen acudir cada año en la sierra burgalesa a científicos españoles y de otros países.
En este 2010, al contexto del quehacer arqueológico se sumará la inauguración en la ciudad de Burgos del Museo de la Evolución Humana, un palacio en el que quedará expuesto en toda su dimensión el valor de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca y de sus labores de investigación asociadas a la salvaguarda del patrimonio arquepaleontológico.

martes, 15 de junio de 2010

Inician excavaciones en Atapuerca




Alrededor de dos centenares de personas participarán en las excavaciones que se iniciaron hoy en los yacimientos pleistocenos de la Sierra de Atapuerca. La jornada arqueológica correspondiente al año en curso comenzó con 50 colaboradores y a partir del 1 de julio se incorporará el resto.
Con objetivos muy similares a los del año precedente, el Equipo de Investigaciones de Atapuerca (EIA) se propone iniciar la campaña en los yacimientos Sima del Elefante, donde han sido descubiertos restos de más de 1.3 millones de años; Gran Dolina, refugio de la especie Homo antecessor; Covacha de los Zarpazos; Cueva del Mirador y el asentamiento al aire libre Hotel California, en el que se trabaja por quinto año consecutivo.
En una segunda etapa, las labores arqueológicas continuarán en los yacimientos mencionados y se ampliarán a otros como Portalón, Sima de los Huesos (el más grande depósito de la especie Homo heidelbergensis) y Galería de las Estatuas, así como se realizarán labores de lavado de sedimentos en las orillas del río Arlanzón, según informa la Fundación Atapuerca.
La misma fuente añade que la mayoría de las personas que excavan en la Sierra de Atapuerca pertenecen a distintos centros de investigación del proyecto del mismo nombre; entre ellos la Universidad de Burgos, el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, el Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social y la Universidad de Zaragoza, además de otras personas procedentes de distintas instituciones académicas y científicas nacionales e internacionales.
Esta campaña de excavaciones es financiada por la Junta de Castilla y León. La Fundación Atapuerca, en su labor de apoyo a la investigación, dota a la actividad arqueológica del personal, materiales y equipos y servicios necesarios. Igualmente financia programas de dataciones de restos e investigación de los mismos. (Flor de Paz)

jueves, 20 de mayo de 2010

“La Habana: un enorme sitio arqueológico”




Dialogo con Roger Arrazcaeta Delgado, director del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad.






Por Flor de Paz
Picoleta en mano, el arqueólogo se dispone en cada jornada al levantamiento de consecutivas capas estratigráficas, entre las cuales ha de identificar el transcurso del tiempo o las huellas de la intervención humana. Su labor no es sencilla, requiere de esfuerzo físico e intelectual. Infinitas horas de trabajo duro reclama este oficio para quien inmerso en las profundidades de la tierra ha de “ver” en un fragmento óseo o cerámico el atisbo de una conclusión histórica o al menos, su formulación hipotética.
En ese bregar diario, han transcurrido los primeros 22 años de existencia del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, una institución que desde su nacimiento, el 14 de noviembre de 1987, se ha dedicado a indagar sobre los orígenes de esta urbe, surgida en 1519.
“Con nuestras investigaciones contribuimos a explicar cómo nació y creció la Ciudad, dónde estuvieron los primeros núcleos poblacionales, qué características tuvo la adaptación de los colonos españoles a este espacio y cómo explotaron el medio en qué vivieron”, señaló Roger Arrazcaeta Delgado, director del Gabinete desde hace más de una década.

Otro objetivo de este centro científico ha sido brindar apoyo a la restauración inmobiliaria. Numerosos edificaciones coloniales de La Habana carecen de planos fundacionales o de memorias arquitectónicas escritas. El método arqueológico permite registrar y fundamentar esa historia que está implícita en las estructuras murarias.
Mediante la estratigrafía o estudio de los estratos arqueológicos –subraya Arrazcaeta Delgado- podemos “leer” la evolución constructiva de una edificación desde el techo hasta el subsuelo y así podemos formular una visión más completa de la ciudad.
“El método arqueológico nos ha facilitado también estudiar la cultura cotidiana de los pobladores que vivieron en La Habana desde su surgimiento hace casi 500 años; las diferentes clases sociales a que pertenecieron sus habitantes y hasta la procedencia de muchos de los objetos que utilizaron”.
Es conocido que, por su posición estratégica como llave de las Indias y lugar donde se concentraban las flotas que venían de América para regresar a España cargadas de los tesoros, nuestra ciudad fue favorecida por el comercio oficial de España, que en esa época era muy reducido y controlado por la Metrópolis. En Cuba, y en particular en La Habana, se suscitó un gran comercio de contrabando debido a las dificultades que tenían otras colonias de la América hispana para obtener suministros.
Según el investigador, estos hechos históricos son constatados mediante la evidencia material que aparece continuamente en el subsuelo de la Ciudad. “La Habana es un rico y enorme sitio arqueológico donde hay mucho qué investigar y siempre con resultados.
“Pero, a pesar de los esfuerzos que hace el Estado cubano y la Oficina del Historiador por salvar este valioso patrimonio, se necesita de muchos recursos para que pueda ser rescatado. También de una mayor sensibilidad ciudadana en el cuidado de cuanto se restaura.
“Es significativo lo que se pierde y lo que está en peligro, debido a la antigüedad de las edificaciones. Los recursos para la restauración mayormente los aportamos los propios cubanos, aún cuando en 1982 La Habana Vieja fue declarada Patrimonio de la Humanidad”, concluyó el director del Gabinete de Arqueología.

sábado, 15 de mayo de 2010

Los postulados de Charles Darwin



“El núcleo central de la teoría de la evolución no va a ser alterado por ningún otro descubrimiento”, afirma el doctor Vicente Berovides, especialista en genética y evolución


Por Flor de Paz

Charles Darwin hizo una de las contribuciones de mayor trascendencia al conocimiento del origen de la vida: descubrió el engranaje fundamental de la evolución y lo resumió en la más importante teoría científica que aún sirve de sustento a todas las concepciones evolucionistas.

La selección natural, médula de sus aportes, constituye un mecanismo de transformación capaz de dar lugar a nuevas especies. Aun cuando ha sido ampliada y mejorada, mantiene íntegra su esencia.
Según la concibió Darwin, se concreta en la capacidad de supervivir de los individuos más adecuados. Hoy, con los significativos avances experimentados por la biología molecular de finales del siglo XX, entra en juego además la habilidad para reproducirse y transmitir genes a la próxima generación.

Esta ciencia recontextualiza la acción del principio darwiniano a nivel poblacional, y no solo en el individuo, explica el doctor Vicente Berovides Álvarez, profesor e investigador de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana.

A partir de las concepciones actuales –acota-, ser eliminado por la selección natural no significa morir. “La imposibilidad de procrear es también una consecuencia de la acción de esta ley”.

Nueva síntesis
Darwin no conoció la existencia de los genes; el descubrimiento de la estructura del ADN (1953) ocurrió más de setenta años después de su muerte. Tampoco pudo prever la función de estas moléculas en el origen de los cambios que él percibió en los seres vivos.

Aun cuando las leyes del checo Gregor Mendel, publicadas en 1866, fundamentaban la herencia de caracteres simples, no establecían la de los más complejos e importantes para la evolución; por ejemplo, los relacionados con la habilidad de los individuos para reproducirse.

El trabajo de Mendel fue incomprendido hasta 1900, cuando ocurre un redescubrimiento de sus teorías. Entonces –agrega el doctor Berovides- se supo que los caracteres complejos sí tenían herencia mendeliana, pero no exactamente cómo él la había formulado.

Sobre esos presupuestos, y con el desarrollo alcanzado por la genética poblacional, respaldada por otros conocimientos predominantes en la década del treinta del pasado siglo, surge la teoría sintética de la evolución o postdarwinismo.

La también llamada nueva síntesis restableció la teoría original de Darwin sobre las firmes bases de la genética experimental y las estadísticas demográficas.

En la época en que el científico inglés formula su teoría, la clave estaba en el individuo y en los caracteres hereditarios. Al desarrollarse la teoría sintética se llega a la conclusión de que lo importante para evolucionar es la población y que las unidades que se transmiten a la próxima generación son los genes, no los caracteres.
La sistemática, que era una ciencia relativamente desarrollada entonces, también apoya la evolución y, sobre todo, los descubrimientos paleontológicos, evidencias de ese fenómeno. En el siglo XIX fueron hallados muchos fósiles de dinosaurios, demostrativos de que el mecanismo propuesto por Darwin era el más acertado.

“Se sabe, por evidencia fósil, que los reptiles se pudieron transformar en mamíferos y que otro grupo de reptiles, que eran dinosaurios, se convirtieron en aves. Asimismo, un grupo de monos evolucionó a humanos”, argumenta el profesor Berovides.

Una tercera ciencia apoya el postdarwinismo o teoría sintética: la biología molecular y, más específicamente, la genética molecular. Gracias a ella se descubre la estructura compleja de los genes y se concibe una posible evolución molecular, mucho más compleja que la de los organismos. Pero como las moléculas están controladas por los genes y están dentro de los organismos, al final lo que evolucionan son estos, junto con sus genes, sus moléculas y sus caracteres.


El equilibrio puntuado
Los evolucionistas que apoyan la teoría de Darwin reafirman que las nuevas especies aparecen en forma gradual y a partir de otras preexistentes; los llamados saltacionistas opinan que estas aparecen y desaparecen súbitamente.

No hay contraposición entre ellas. “Después de mucha discusión se acepta que ambos procesos pueden ocurrir, dependiendo del carácter y de la especie. Por ejemplo, los homínidos se hicieron bípedos de forma gradual, pero la adquisición de un gran cerebro ocurrió como un salto (sucede en una sola generación y consiste en un cambio genético significativo que da lugar al surgimiento de una especie)”, explica el científico cubano.

El saltacionismo, que se opone a la teoría darwinista de la evolución gradual, fundamenta el nacimiento de la teoría del Equilibrio Puntuado o Puntualismo, debida a los aportes de Stephen Jay Gould y Niles Eldredge, eminentes paleoantropólogos estadounidenses.

Pero el propio Stephen Jay Gould, apunta: “La selección natural de Darwin es una teoría para fabricar diseños sin necesidad de un diseñador; hecha a la medida para pulverizar uno a uno los argumentos de cualquier creencia antinatural. La predicción clave de la teoría se ha confirmado en tiempos recientes: la prueba más contundente es la universalidad del código genético”.
No hay dudas, la teoría de Gould y de los evolucionistas biológicos moleculares modernos, reposa firmemente en el darwinismo.

La evolución como resultado de la selección natural planteada por el genio inglés tiene tal alcance que fue capaz de asimilar sin dificultad las reglas básicas de la herencia mendeliana y el descubrimiento de la estructura atómica del ADN, quedando reforzada, cada vez más, por los avances de la genética.
El núcleo central de la teoría de la evolución -los mecanismos por mutación y selección natural-, básicamente no va a ser alterado por ningún descubrimiento, señala el doctor Berovides Álvarez. “Aun cuando puedan hallarse nuevas explicaciones acerca del surgimiento de la variación genética y otros métodos de acción de la selección natural y de la transmisión hereditaria, tal como la horizontal o de una especie a otra”. (Publicado en Juventud Técnica)

lunes, 1 de marzo de 2010

Desde el plioceno a pie




Por Flor de Paz

Nuevos hallazgos en una homínida perteneciente a la especie Ardipithecus ramidus adelanta en más de un millón de años adquisiciones humanas como el bipedismo y arroja luces sobre establecidos paradigmas de la evolución humana

Ardi camina erguida. Anda sobre sus pies tras bajar de los árboles. Deambula como un Homo sapiens, pero la combinación anatómica de su antiquísimo esqueleto no es la de un humano, aunque tampoco la de un simio.
Pertenece al género Ardipithecus y a la especie ramidus; tiene largos brazos y piernas cortas. Como hábil trepadora de los bosques pliocénicos del noreste africano, se sirve de sus prolongados dedos para asirse a los troncos y tomar los frutos a su alcance.
Su estatura apenas excede un metro y pesa casi 50 kilogramos, mientras el tamaño de su cerebro es comparable con el de los chimpancés actuales, un quinto del humano, asegura el paleontólogo norteame¬ricano Tim White, de la Universidad de Berkeley, California, luego de 17 años dedicados a la reconstrucción y estudio de tan formidable estructura ósea.
La forma del pie, la mano, la pelvis y su modo de locomoción, todo parecía impresionar a White y a sus colegas en una de las más integrales investigaciones realizadas a un fósil de homínido.
Su presentación a la comunidad científica internacional conmocionó el universo mediático: el esqueleto de Ardi es el más completo que existe para esa cronología y ofrece novedosa información sobre adaptaciones humanas tan determinantes como el bipedismo.
África, nuestra cuna
En los predios inhóspitos del desier¬to etíope de Afar, territorio del Gran Valle del Rift africano, fueron descu¬biertos los restos de Ardi en 1994.
Decenas de huesos fósiles perte¬necientes a una hembra de Ardipi¬thecus ramidus fueron desenterrados de ese primate. “La nueva evidencia fósil invalida el concepto de que los chimpancés y los gorilas son nuestro último antepasado común”, advierte Tim White.
Antes de las conclusiones obtenidas del pesquizaje realizado sobre Ardi, los científicos consideraban que los primeros homínidos evolucionaron a la bipedación en las abiertas sábanas africanas, pero el equipo multinacional que encabeza White llegó a la certeza de que la homínida estudiada vivió en un medio arbóreo.
Nuevas pistas
Ni chimpancé ni humano: un mosai¬co evolutivo. Tal ha sido la definición que los investigadores han dado de Ardi ante la singular combinación de caracteres que reúne su esqueleto.
Pero más allá del análisis de su biología y el ambiente en que vivió, quedan abiertas nuevas pistas al co¬nocimiento de nuestros orígenes y a las claves de la naturaleza humana.
“Tiempo habrá de valorar con tran¬quilidad el estudio de Ardi y otros fósi¬les de la especie Ardipithecus ramidus”, dijo José María Bermúdez de Castro, codirector del Proyecto Atapuerca, al comentar la publicación realizada por el multiequipo de White.
“Estas investigaciones y sus resul¬tados tienen que ser asimilados por la comunidad científica y debatidos en el contexto de otros hallazgos de gran interés para comprender el ori¬gen de nuestra genealogía”, añadió Bermúdez de Castro, entusiasmado, aunque persuadido de que batir regis¬tros de antigüedad no es una carrera de tiempo. (Juventud Técnica, enero-febrero 2010)

miércoles, 20 de enero de 2010

Genes para la bondad


Sustentada en los más avanzados conocimientos, la ciencia de la evolución tiene cada vez más espacio en las aulas e instituciones científicas cubanas. Numerosas investigaciones biológicas toman como punto de partida este enfoque con el auxilio de las nuevas herramientas que ofrecen los avances tecnológicos más modernos. Para las ciencias sociales, tomar en cuenta la perspectiva evolutiva sigue siendo un reto.

Por Flor de Paz

Poco le habría costado al doctor Vicente Berovides Álvarez acompañar a Charles Darwin en la defensa de su famosa Teoría de la evolución de las especies. Convencido de la trascendencia del aporte darwiniano al conocimiento del origen de la vida, el experimentado profesor e investigador de la Universidad de La Habana acude al aula cada mañana en el afán de demostrar a sus discípulos la vigencia de los aportes del genio inglés y los nuevos conocimientos que ha traído consigo el desarrollo científico.

Los avances experimentados por la biología molecular desde fines del siglo XX han enriquecido sustancialmente la teoría de Darwin, asevera el investigador. “La secuenciación de genomas de bacterias, plantas y animales revelan matices del funcionamiento de los mecanismos evolutivos ignorados hasta hace muy poco”.

Uno de los estudios de este tipo que más llamó la atención del público fue la secuenciación del genoma del chimpancé. Descubrir que los humanos compartimos con el simio una parte importante de los genes, entre ellos los encargados de formar algunos órganos, resultó muy impresionante.

La diferencia entre ambas especies está en las secuencias de bases en esos genes que cambiaron mucho en los humanos, asegura el profesor Berovides. “Es decir, si en un segmento del ADN (material genético) de chimpancé ocurrieron cinco cambios en nosotros tuvieron lugar 20. Y esos genes controlan el cerebro, justamente la clave de la evolución humana.

Profesor y científico

La transformación de las especies y el proceso que da lugar a este cambio es la esencia de la Evolución, disciplina científica que hace algunos años se encargó de organizar el profesor Berovides para la enseñanza en la Facultad de Biología, de la Universidad de La Habana.

Aun imparte la asignatura y a la vez encabeza investigaciones y escribe libros. De la conjunción de su labor docente y científica nacieron textos como ¿Qué nos hace ser humanos? y Biología evolutiva, dedicados a la divulgación y a la docencia, respectivamente.

En el primero el autor analiza diez de los caracteres que nos singularizan como especie; entre ellos, la adquisición de un gran cerebro, el andar bípedo, el lenguaje simbólico, la cultura, la elaboración de herramientas y el consumo de carne.

Biología evolutiva es el resultado de estudios prácticos propios. En ese texto utiliza ejemplos cubanos, como el de las conocidas polímitas (poner nombre científico) y su proceso de transformación: mediante el clima, la selección natural modificó la composición genética de estos simbólicos caracoles de Cuba que se están extinguiendo.

Fiel a la investigación de especies nacionales y de la región caribeña Berovides Álvarez indaga en la actualidad acerca del Cobo (poner nombre científico). “En poblaciones de este molusco que son explotadas con fines comerciales buscamos qué grado de diversidad genética mantiene; si es baja sabemos que el grupo no será capaz de enfrentar la situación y desaparecerá.

“Hicimos un trabajo similar con el camarón y resultó positivo en cuanto a la conservación de poblaciones de esta especie en el país. Siempre que un animal es llevado a cultivo se adapta por selección natural y pierde variación genética, de modo que estas investigaciones son útiles para evaluar cómo el desarrollo económico impacta sobre el patrimonio genético de nuestra biodiversidad”.

Pero los estudios evolutivos abarcan mucho más y se imbrican asimismo dentro de otros de diverso carácter, como los denominados implícitos, explica el investigador. Un ejemplo es la reciente investigación realizada en Cuba sobre las mariposas y sus métodos de comunicación, en la que el autor demostró el cambio de función de un órgano del insecto que los especialistas consideraban atrofiado.

Sólo con las herramientas que ofrece el enfoque evolutivo puede llegarse a la interpretación de hechos similares, asegura el profesor Berovides. “El gran avance de la biología se logra precisamente al incorporar la idea de la evolución a la hora de descifrar fenómenos visibles en los organismos vivos. De lo contrario, puede caerse en explicaciones extracientíficas”.

El científico considera asimismo que psicólogos, sociólogos, médicos y sexólogos deberían aprender mucho más sobre evolución humana. “A veces no se llega al esclarecimiento sobre problemáticas relacionadas con estas especialidades debido a que muchos análisis carecen del enfoque evolutivo, como si el hombre solo fuera un animal civilizado y no hubiera experimentado un proceso de transformación que le tomó millones de años.

“El 99 por ciento de nuestra historia como especie transcurrió en comunidades primitivas de cazadores recolectores, por esa razón muchas enfermedades y conductas humanas pueden explicarse teniendo en cuenta el contexto evolutivo, además del medio en que se desarrolla en la actualidad”.

La singularidad de nuestra existencia

Como Darwin el profesor Vicente Berovides necesitó llegar al estudio teórico de la evolución humana, aun cuando no abandona sus investigaciones de campo la faunística de nuestra región geográfica. Lo singular de nuestro proceso de transformación conquistó como científico.

“Somos únicos en el universo. Y dudo mucho que un evento como el nuestro vuelva a ocurrir”, asegura.

Según el investigador, los escritores de ciencia ficción deben interesarse por esta ciencia, “pues insisten en la posibilidad de la existencia de inteligencia humana en otro planeta y desconocen lo extraordinario de la emergencia del género Homo y de los que les antecedieron. La evolución no humana es solo biológica, pero la nuestra va acoplada a la de la psiquis y la de la cultura, y esa peculiaridad no tiene antecedentes.

“Otro asunto es que seguimos evolucionando y lo haremos significativamente en el ámbito conductual. Nuestros caracteres morfológicos se mantendrán, pero algunos de los fisiológicos variarán, como por ejemplo la tolerancia a las enfermedades. Quizás de aquí a 500 años las poblaciones humanas se hayan liberado del SIDA, debido a la selección natural y a sus mecanismos adaptativos”.

-La evolución de la psiquis protagonizará en lo adelante nuestro proceso evolutivo, de tal modo que el engranaje del cerebro que controla nuestros instintos, en especial la corteza con respecto al hipotálamo, será más fuerte.

“En teoría seremos mucho mejores y numerosas lacras sociales disminuirán. Pero primero tendrá que cambiar la sociedad y la cultura para que esos genes buenos se seleccionen. Mientras en el mundo persista la violencia, y otros fenómenos de ese tipo, no existirá un ambiente favorable para que los genes que controlan los canales instintivos sean los elegidos.

Convencido de que esta es una de las grandes lecciones que nos dejan los conocimientos sobre evolución humana, el profesor Berovides reconoce como antecedentes de las conductas etológicas que aun mantenemos que en las sociedades primitivas el hombre formaba unidades de tres o cuatro centenas de individuos y que para ellos sus vecinos no eran humanos.

“Sus nombres implicaban su condición, y a la tribu vecina les ponían calificativos de animales, y como tal podían matarlo, fenómeno que aún persiste en algunas tribus. Y ese instinto de ser yo el que pertenezco a mi grupo y que el otro es distinto no lo hemos perdido todavía”, estima.

“En fin, que se habla mucho del mejoramiento genético de la especie humana, pero mientras padezcamos de tantas limitaciones en nuestro progreso sociocultural no vamos a lograr nada ¿Qué se resuelve si inyectamos genes de bondad a una persona que vive en una sociedad en la cual hay gente capaz de matar a quien quiere?”

Existe la tendencia –asegura- de responsabilizar solo a los genes con situaciones como la agresividad o el homosexualismo; sin embargo, el aspecto social tiene un rol protagónico en estos casos.

“Soy de los convencidos de que genoma y cultura interactúan de igual forma; o sea, la cultura influye al genoma del mismo modo que el genoma influye a la cultura”, concluyó el doctor Vicente Berovides Álvarez .