sábado, 22 de diciembre de 2012

Centenario de Julio Le Riverend


El maestro de los historiadores
Julio Le Riverend. Obra pictórica del artista Orlando Yanes.



Por Flor de Paz

Cercano al día que marca su nacimiento, acaecido el 22 de diciembre de 1912, la Sociedad Económica de Amigos del País dio abrigo a una jornada de evocación a Julio Le Riverend Brusone, a su obra científica, docente y humana, plasmada en una buena parte de los libros de historia cubana del último medio siglo.

Para honrar su legado, justo en la fecha de su centenario, como venida del tiempo, la voz del investigador se hizo escuchar en la vieja sala de reuniones del recinto que también es sede del Instituto de Literatura y Lingüística. La grabación de una entrevista que concediera en México, en 1992, a propósito de los 500 años del descubrimiento de América, devolvía a los asistentes el recuerdo y actualidad del pensamiento del intelectual cubano.

Durante el desarrollo de un panel encabezado por Rolando García, autor de títulos como Cien figuras de la ciencia en Cuba; las doctoras Ana Cairo, Berta Álvarez y Zoila Lapique, narraron episodios de sus vivencias con Julio Le Riverend, quien con justicia es identificado como el maestro de los historiadores cubanos.

Ana Cairo lo remembró como uno de los promotores de la novela histórica en Cuba. “Era un hombre de mediaciones, capaz de ocuparse de la historia económica y también de la historia de las mentalidades”, dijo.

La investigadora recreó asimismo el enjundioso entorno en el que se desarrolló el científico, quien consideró como sus grandes maestros a Emilio Roig de Leuchsenring (1889-1964), historiador de La Habana desde 1935, y a Fernando Ortiz (1881-1969), estudioso de las raíces histórico-culturales cubanas. “En Carpentier, Le Riverend vio uno de los caminos para entender la historia de América”, sentenció.

Como una gran deudora de Julio, por todo cuanto a su juicio tiene que agradecerle en su formación, la doctora Berta Álvarez identificó en esta figura de la intelectualidad cubana al director del Archivo Nacional y miembro fundador de la Academia de Ciencias de Cuba, que dotado de sencillez y jovialidad buscaba espacio para atender a los jóvenes profesores de historia que en la década de los años 60 del pasado siglo compartían su tiempo entre la Universidad de La Habana, la Biblioteca y el Archivo.



A partir de 1962, y durante una década, Le Riverend fue el director del Archivo Nacional de Cuba y del Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de Cuba.
 “El ambiente en este Archivo era entonces excepcional. Allí entrábamos en contacto con documentos originales, a partir de los cuales desarrollamos nuestra labor investigativa y docente. En ese entorno estaban también los historiadores más famosos de nuestro país como Ramiro Guerra y José Luciano Franco. Luego, el Archivo se enriqueció aún más con la presencia de los académicos procedentes del campo socialista, quienes con su talento e integración a nuestro contexto establecieron estimables relaciones de intercambio y una producción científica que debe conocerse”.

La doctora Álvarez, resaltó también valores paradigmáticos en la obra de Le Riverend al citar textos del autor como La Habana: Biografía de una provincia, “de una amplia fundamentación desde el punto de vista historiográfico y provista de una interesante propuesta de periodización”.

Por su parte, Zoila Lapique evocó ante los asistentes sus recuerdos acerca de los estrechos y engrandecedores vínculos que desde la adolescencia mantuvo con la familia Le Riverend.

Desde el público, el profesor e investigador José Antonio Rodríguez, reconoció la magnitud de los aportes de Le Riverend en el ámbito docente, pues “bajo su dirección fueron publicados once tomos de historia universal para la Escuela de Formación de Maestros, además de los seis volúmenes de Historia de Cuba a los que casi todos hemos acudido alguna vez”.

Rodríguez subrayó igualmente lo novedoso para su época de los recursos didácticos utilizados en estos textos. “No solo en cuanto al uso de láminas e imágenes ilustrativas, sino también en relación a llamados como los Recuerdas que…y la diversidad tipográfica puesta en función del interés que debían despertar los contenidos textuales”.

El investigador también refirió que la historia escrita por Le Riverend tiene la singularidad de entretejer los vínculos existentes entre procesos históricos, elementos sociales y desarrollo cultural. “De tal magnitud ha de ser entonces nuestro agradecimiento a esta gran figura de ciencia nacional, porque su obra ha sido escuela de escuelas”.

Una muestra de documentos originales, fotografías y buena parte de los libros publicados por el autor, ubicados en las vitrinas de la institución, completaron la jornada de celebración del centenario del maestro.

http://www.juventudtecnica.cu/Juventud%20T/2012/eventos/paginas/Le%20Riverend.html

 

jueves, 22 de noviembre de 2012

Sediba: ¿Australopithecus u Homo?











Descubierto en 2008 en Malapa, Sudáfrica, Australopithecus sediba ha sido presentado como el más competente ancestro directo del primer Homo. Estudios publicados en la revista Science, a partir de las investigaciones realizadas en los fósiles de la nueva especie, reaniman controversias acerca del origen de la humanidad moderna (Ilustración: Mauricio Antón, Periódico de Atapuerca).

Por Flor de Paz


La diversidad de restos óseos encontrados en el transcurso de la última centuria enriquece el conocimiento sobre la complejidad del origen humano. Una galería de géneros y especies conforman el actual árbol de la evolución, cuyas ramas y hojas se baten al compás de los descubrimientos arqueopaleontológicos y de las controversias científicas que generan los nuevos estudios.

El reciente hallazgo de Australopithecus sediba (fuente, en la lengua sesotho de los bantúes), más enigmático que esclarecedor de los intervalos desiertos en el puzzle evolutivo, revoluciona nociones consensuadas por una buena parte de la comunidad científica.

Su existencia, hace cerca de dos millones de años, sitúa al espécimen en un período definitorio del origen de la humanidad: el nacimiento de nuestro género, que durante mucho tiempo ha constituido una gran incógnita.

Para Lee Berger, “progenitor” del homínido de Malapa, "las varias características avanzadas descubiertas en el cerebro y el cuerpo de sediba, junto con la fecha más temprana, lo convierten posiblemente el mejor candidato a ancestro del género Homo, mucho más que descubrimientos previos, tales como Homo habilis", según un comunicado de prensa de Eurekalert, sitio web de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS).

Entre las semejanzas del novel australopiteco con los Homo, el investigador norteamericano y un equipo internacional de científicos, creado para participar en los estudios practicados a dos de los esqueletos hallados en 2008, “han acentuado ciertas peculiaridades de la pelvis de la nueva especie, relacionadas con una bipedestación más eficiente, si bien sus brazos siguen siendo relativamente largos”, según publica el Periódico de Atapuerca.

La fuente añade que “el estudio de los fósiles mostró mayor parecido con los restos de Australopithecus africanus, casi un millón de años más viejos, que con los casi contemporáneos de Paranthropus y Homo. Esta similitud movió a los investigadores a incluirlos en el género Australopithecus, pero dentro de otra especie creada para la ocasión”.

Manufactureros

Cinco artículos publicados en Science, en septiembre de 2011, destacan los principales resultados obtenidos en las investigaciones de los fósiles de Australopithecus sediba: “un cerebro avanzado, pero pequeño; una mano muy evolucionada con el pulgar largo; una pelvis muy moderna y un pie y tobillo con formas nunca vistas antes en un homínido”.

Tracy L. Kivell, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, de Leipzig, Alemania, y uno de los participantes en el estudio, apuesta por la capacidad del homínido de Malapa para fabricar herramientas. El científico fundamenta su hipótesis en el largo pulgar y los otros dedos cortos de la mano de sediba, “un signo de asimiento de precisión”.

Pero esta deducción del equipo de Berger contrasta con la falta de evidencias acerca de que las herramientas más antiguas conocidas en África (llegan hasta los 2,7 millones de años) hayan sido necesariamente fabricadas por australopitecos.

Otros datos divulgados en la reconocida publicación sobre los caracteres que aproximan a los antiguos habitantes de Malapa al género Homo indican que los sediba podían caminar en forma bípeda y con zancadas. “Sus tobillos y largas piernas parecen ser intermedios entre los primeros homínidos y los humanos modernos”, revelan los autores de los trabajos publicados en Science.

Envuelto todavía en la roca fosilizada que lo rodea y que ocupa su interior, el cráneo de sediba fue sometido al escrutinio del Sincrotrón de Grenoble, Francia, un acelerador de partículas capaz de observar estructuras moleculares como si fuera un grandioso microscopio.

Kristian Carlson, de la Universidad de Witwatersrand, Sudáfrica, “echó un vistazo al cráneo parcial de MH-1(denominación de uno de los esqueletos de Australopithecus sediba) e hizo un molde interno, o un escaneo detallado, del espacio donde el cerebro habría estado”.

El análisis evidenció una medida interior de 420 centímetros cúbicos para el cráneo estudiado, casi como el de un chimpancé (el ser humano actual tiene entre 1200 y 1600), “pero con signos de reorganización neuronal en la región orbito-frontal, justo detrás de los ojos”. Tal estructura ósea, estiman los expertos, debió corresponderse con un cerebro relativamente complejo, en comparación con anteriores homínidos.


Lee Berger con el cráneo de Australopithecus sediba. Desde 2008 han sido hallados en el yacimiento de Malapa (localizado mediante la tecnología de seguimiento por satélite de Google) 220 huesos de homínidos primitivos, pertenecientes a cinco o más individuos
De acuerdo con estos datos, Berger y sus colaboradores han dicho que la capacidad craneal del homínido de Malapa pone en duda la clásica teoría de la gradual ampliación del cerebro durante la transición del Australopithecus al Homo, interpretación con la que muchos paleontólogos no concuerdan.

Técnicas de uranio-plomo y paleo-magnética (mide cuántas veces el campo magnético de la Tierra se ha invertido en los sedimentos calcificados que rodean a los fósiles), aplicados a los restos esqueléticos permitieron definir una edad aproximada de 1, 977 millones de años para Australopithecus sediba, dado que la antigüedad de los fósiles no permite datarlos en sí mismos.

Los debates

La singularidad del descubrimiento de los fósiles de Malapa y sus aportes al conocimiento de una etapa tan significativa de la evolución humana, como es el origen del género Homo, han suscitado crecientes debates en la comunidad científica en torno al rol de la nueva especie como candidata a ancestro directo del grupo humano.

Su aparición en el escenario evolutivo, la interpretación de sus caracteres anatómicos y su antigüedad han puesto en discusión el lugar que hasta ahora ocupaban especies primigenias como Homo habilis (entre 1,9 y 1,6 m.a) y Homo rudolfensis (puede superar la barrera de los dos millones de años) e, incluso, su pertenencia al género Homo.

Para el paleontólogo José María Bermúdez de Castro, codirector del Proyecto Atapuerca, Homo habilis continua siendo una firme candidata para ser el origen del género Homo o para tener una relación muy estrecha con la especie primaria, según corrobora en su último libro, Exploradores.

En el texto, el paleoantropólogo expone que tanto habilis como rudolfensis incumplen un requisito que algunos exigen al género Homo, y del cual también carecen los chimpancés y los australopitecos: la presencia de las etapas de niñez y adolescencia. Y que “con este argumento, Berger borra de un plumazo dos especies competidoras”. Aunque –añade- no puede evitar la crítica de que Australopithecus sediba tampoco tendría un desarrollo largo y complejo, ni evadir las comparaciones entre su especie y Homo habilis y rudolfensis en lo que respecta al tamaño cerebral: hasta los 700 centímetros cúbicos”.

Según Bermúdez de Castro, “Lee Berger parece haberse olvidado de los homínidos de Dmanisi, Georgia, de 1,85 millones de años: “demasiado cerca en el tiempo de Australopithecus sediba y demasiado lejos de él en el espacio geográfico.

“Homo georgicus, de hasta 700 centímetros cúbicos de capacidad cerebral y una estatura que llega hasta los 1.60 metros, tiene pleno derecho a pertenecer al selecto club del género Homo”, asevera el científico español, quien es partidario de un origen asiático para nuestro género.

Inmerso en estos debates, otro experto, el doctor John Hawks, profesor asociado del departamento de Antropología de la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, mantiene un seguimiento al tema desde su weblog Paleoanthropology, genetics and evolution, donde recibe una media de 2000 visitantes al día.

En un artículo publicado hace dos años, el investigador reflexiona sobre cada uno de los nuevos desafíos que plantean los fósiles de Malapa, así como acerca de la hipótesis de que la evolución del cerebro, seguido de la fabricación de herramientas, ha sufrido un retraso considerable con estos descubrimientos.

“Si es así, me pregunto, dice Hawks: ¿qué es exactamente lo que provocó la expansión cerebral? ¿El cambio de la dieta a alimentos de mayor calidad o factores como la dinámica social y la inestabilidad del clima? ¿O es que la evolución de nuestro género ocurrió en otro lugar, lejos de donde actualmente tenemos muestras de fósiles?

lunes, 3 de septiembre de 2012

Vulnerar el silencio



Los moldes auditivos constituyen la interface entre la prótesis y el oído del paciente. Su fabricación manual conlleva a numerosas inexactitudes, mientras que su elaboración digital resulta superior en cuanto a la calidad del sonido que emite al receptor y a su adaptabilidad anatómica. Mediante una moderna tecnología, el Centro de Neurociencias de Cuba propone satisfacer las necesidades de este aditamento biomédico en el país.


Por Flor de Paz

En auxilio de nuestras carencias orgánicas acuden los avances científico-tecnológicos, suplentes de las incapacidades que como hijos de la selección natural sufrimos de una forma u otra no pocos seres humanos. Sin embargo, los elevados costos y la carencia de sistemas de salud abarcadores de los universos poblacionales en numerosos países contribuyen a una creciente inequidad en la socialización de los resultados de las investigaciones biomédicas.

En Cuba, aun inmersa en carencias económicas sustanciales, numerosos resultados tecnocientíficos encaminados a la aplicación de tratamientos consiguen convertirse en terapéuticas generalizadas entre los pacientes necesitados de ellas.

La audiología es uno de esos ámbitos clínicos, donde la investigación científica y la asistencia médica han logrado conjugarse y ofrecer alternativas ante dolencias que afectan el sentido del oído.

Un efectivo aporte al tratamiento de las personas que sufren déficits auditivos ha sido puesto a disposición del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) por el Centro de Neurociencias de Cuba, que a partir de capacidades creadas para la fabricación digital de moldes (sostén de prótesis* retroauriculares) y carcasas (soporte de prótesis intraauriculares), ofrece asistir a todas las personas necesitadas de aditamentos acústicos en el país. Hasta ahora, estos requerimientos no han podido ser satisfechos con la elaboración manual de los mencionados artefactos, generalizada en el sistema de salud nacional.

De la era manual a la digital

La tecnología tradicional, generalizada en los laboratorios de audiología del MINSAP en el país, se sustenta en métodos de duplicidad, a partir de la impresión de la cavidad auditiva del paciente. De este primer paso deriva una pieza de resina, endurecida con la incidencia de luz, cuya calidad estará en dependencia de la experticia del técnico encargado, que en general tiene una formación empírica. Si esta persona no logra la precisión requerida los resultados serán insatisfactorios, debido a las molestias que provoca en el paciente el desajuste de ese molde auditivo mal elaborado.

Otra desventaja de la tecnología tradicional está referida a la limitación de la variedad de formas posibles, en correspondencia con la anatomía y el padecimiento del afectado, subrayó el ingeniero Ernesto Rodríguez Dávila, Director de Producción y Servicios Técnicos del Centro de Neurociencias de Cuba.

La función del molde auditivo –añade el especialista- es conducir el sonido desde la prótesis hacia el oído, y conseguir que esa trayectoria se produzca adecuadamente depende de elementos como los mencionados.

“Con la nueva tecnología también hay que tomar una impresión del oído, pero esta es convertida inmediatamente en una imagen tridimensional mediante un escáner específico, equipo que procesa las impresiones de ambos oídos a la vez.

Una vez en formato digital, la imagen es procesada mediante un software del que resulta una representación tridimensional del molde con sus conductos interiores definidos. “Los programas computacionales que utilizamos también permiten simular la colocación de la prótesis electrónica en el interior de la prótesis intra-auricular. Posteriormente, una impresora 3D conforma la pieza final tal como fue diseñada.

-¿Qué costo tiene la nueva tecnología?

- Por su eficiencia, precisión y productividad tiene un costo elevado en lo que a equipamiento se refiere.

“La producción de los moldes requiere además de materiales biocompatibles (resinas) que se adquieren en el mercado internacional, pero la elaboración de las piezas resulta económica.

“En estos momentos, el Centro de Neurociencias está en fase de negociación con el MINSAP para brindarle el servicio de producción de los moldes, lo que evidentemente favorecería la atención a las personas con discapacidad auditiva en un tiempo mucho menor que el actual. La idea es trabajar en ese sentido e iniciar todo el proceso lo más rápido posible.

-¿Pueden cubrir la demanda del país?

-Con el esquema que estamos siguiendo, la producción puede escalarse, por lo que nuestra propuesta inicial es fabricar 7000 moldes anuales para el sistema de salud y progresivamente ir aumentando hasta cubrir la demanda nacional, estimada en 40000 moldes anuales.

“Según la propuesta que le hemos hecho al MINSAP, a partir de las potencialidades de los centros auditivos provinciales, en el Centro de Neurociencias recibimos las impresiones de los oídos de los pacientes, debidamente identificadas, y fabricamos la pieza; luego la enviamos a la institución emisora”, explica el director de Producción y Servicios Técnicos del Centro de Neurociencias de Cuba.

“La relevancia clínica de los moldes auditivos de elaboración digital consiste en que garantiza un mejor ajuste de la prótesis, factor que contribuye a maximizar las potencialidades de las digitales, explica la doctora María del Carmen Hernández Cordero, Asesora Clínica del Servicio de Audioprótesis del Centro de Neurociencias de Cuba.

“Por otra parte, hace sostenible el reemplazo del molde durante el primer año de vida, cuando es preciso cambiarlo cada seis meses aproximadamente debido al crecimiento del conducto auditivo externo del niño, dinámica que no es soportable con la elaboración manual. Además, si una persona necesita repetirse su molde se le puede elaborar inmediatamente.

“Esta tecnología permite asimismo producir una gran variedad de tipos de moldes auditivos, entre ellos: compactos, con agujeros de ventilación, esqueléticos y semiesqueléticos, que son indicados según la pérdida auditiva y el tipo de prótesis aplicable en cada paciente. Además, se tiene en cuenta cuál de ellos se ajusta con mayor precisión a la anatomía del portador, requisito que evita complicaciones propias de los desajustes morfológicos.

Fase de aplicación

Una prueba de campo, o de concepto, como la denomina la doctora María del Carmen, realizada durante aproximadamente un año en pacientes usuarios de prótesis, arrojó que la tecnología digital para la fabricación de moldes auditivos es superior en calidad y ajuste a la de elaboración manual.

“Para el estudio entregamos al MINSAP alrededor de 270 moldes auditivos con tecnología de fabricación digital y pudimos contrastar, por ejemplo, que los pacientes con sordera severo-profunda, portadores de prótesis potentes, no sufrieron los molestos ruidos resultantes de sus desajustes al colocarlos en el oído. Otra experiencia positiva fue el elemento estético; en todos los casos, los beneficiados prefirieron el de elaboración digital”.

Esta tecnología permite asimismo la elaboración de carcasas (portadoras de prótesis intra-auriculares) que reproducen el conducto auditivo externo y ajustan perfectamente, aunque son menos potente que las retro auriculares y no se indican a los niños, cuyo conducto auditivo está en crecimiento constante.

Sin embargo, la aplicación exitosa de estas alternativas terapéuticas también depende la creatividad del médico, asegura la doctora María del Carmen. “Por ejemplo, a la hora de ajustar las prótesis algunos pacientes presentan molestias ante determinados ruidos, incluso el de su propia voz, las cuales pueden atenuarse ajustando el dispositivo por bandas de frecuencia.

“Para conseguirlo no existe una fórmula predeterminada, más bien depende de los conocimientos sobre acústica que tenga el facultativo que está haciendo el acople. Por ejemplo, si a la persona le molesta el aire acondicionado, debe conocerse cuáles son las bandas de frecuencia que se deben modificar. Estas son acciones comparables a las que realiza un ecualizador, pero relacionándolo con el tipo de hipoacusia que sufre el paciente”, precisa la especialista en Neurofisiología Clínica.

El caso a Ana Laura

Mediante un lenguaje completamente articulado, Ana Laura Hernández, una adolescente de 13 años de edad, asegura que prefiere el molde de fabricación digital. “Con el otro escuchaba muy poco, era más bajo. Ahora lo oigo todo y me gusta más. El anterior me pitaba mucho y me quedaba flojo, se movía cuando yo inclinaba la cabeza. Prefiero estos, el molde y el aparato (prótesis digital)”.

A esta paciente le fue diagnosticada desde pequeña la pérdida auditiva total del oído derecho y a los seis años el izquierdo comenzó a disminuir su capacidad. Desde entonces hasta hace dos años utilizó la prótesis analógica.

“La diferencia es importante, hay que vivirlo para poderlo apreciar, asegura Yolanda Cruz, la mamá de Ana Laura. “Con la prótesis analógica ella escuchaba, pero por ejemplo no percibía el claxon de un vehículo que estuviera a cierta distancia. La digital, en cambio, le trasmite todos los sonidos”.

Como quien se halla en el mejor momento de una larga contienda Yolanda explica que a su hija nunca le acomodó ninguno de los moldes de fabricación manual que tuvo y que con frecuencia se negaba a usar. “Cada vez que le hacían uno nuevo sobrevenía un largo proceso de adaptación; sin embargo, con el de tecnología digital la niña se sintió cómoda enseguida.

Según la opinión de la doctora María del Carmen, el molde auditivo de Ana Laura resume todas las ventajas que puede ofrecer la tecnología digital frente a la manual.

“Se trata de un ajuste personalizado a la anatomía del conducto auditivo externo de esta. Ella utiliza una prótesis digital retro auricular con un molde de fabricación digital, que en su caso se ajusta mucho mejor desde el punto de vista anatómico, es más estético y, al tener una prótesis potente, tiene una gran amplificación¨.

“La queja clínica que Ana Laura presentaba era el feedback, un ruido que se percibía al acercarse a una pared o cuando una persona le pasaba cerca. Al quedar mejor ajustado, el molde de fabricación digital no permite la salida de este sonido y nadie percibe que la niña tiene una prótesis digital potente, la más sofisticada que tenemos en el país en estos momentos, con muy buenas prestaciones.

“Sin embargo, un molde mal realizado puede afectar el funcionamiento de la mejor de las prótesis auditivas existentes”, puntualiza la doctora María del Carmen.

Ana Laura Hernández lleva dos años con un implante coclear en el oído derecho, aproximadamente el mismo tiempo con el molde y prótesis digital y cinco con molde de fabricación manual.

La conjunción de todas estas alternativas terapéuticas derivadas del desarrollo tecnocientífico ha contribuido a que esta adolescente no haya visto deteriorado su lenguaje ni haya sufrido retraso escolar, resultado que también se debe en buena medida a la constancia de su madre, a la colaboración de sus profesores y al esfuerzo de la propia Ana Laura.

En el ámbito científico-asistencial en que se hallaban la paciente y su madre en el momento de esta entrevista se evidenciaba un intercambio fluido entre ellas y los especialistas, quienes a la par interactúan acerca del caso.

Interrogada sobre el trabajo interdisciplinar que desarrollan la doctora María del Carmen Hernández y el ingeniero Ernesto Rodríguez con su hija, Yolanda Cruz responde:

“Uno depende del otro. Si el molde es deficiente ella no puede hacer una buena programación de la prótesis. Entre estos especialistas y nosotras ha habido una magnífica relación que ha sido determinante”.



Simulaciones computadas permiten investigar la relación entre geometría cerebral y termorregulación





El investigador del CENIEH Emiliano Bruner publica en la revista American Journal of Human Biology un artículo que trata de arrojar luz sobre los mecanismos de termorregulación del cerebro humano
   El Doctor Emiliano Bruner, responsable del Laboratorio de Paleoneurobiología del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) propone una técnica de análisis de la distribución del calor de la cavidad craneal en función de la forma del cerebro en un trabajo que con el título de “Quantifying patterns of endocranial heat distribution: Brain geometry and thermoregulation” se acaba de publicar en la revista American Journal of Human Biology para tratar de arrojar luz sobre los mecanismos de termorregulación cerebral.

Y es que a pesar de la importancia de la gestión energética de nuestro cerebro, todavía se desconocen los mecanismos de regulación de su temperatura y aún existen muchas discrepancias acerca de la capacidad de refrigeración selectiva del volumen cerebral. Como explica en este artículo el Dr. Bruner, se presume que arterias y venas tienen un papel importante, pero los datos son escasos y las teorías muy especulativas, y “aunque suponemos que el sistema vascular es el componente principal responsable de la termorregulación, la geometría del cerebro también es determinante en el patrón de distribución de calor”.

Este problema también se ha discutido en la evolución humana y la Paleoneurología, disciplina de la que el Dr. Bruner es un especialista, especulando sobre los posibles cambios asociados con la encefalización de los homínidos. En los fósiles, la única información que queda sobre el cerebro es su forma geométrica, que hoy en día se puede reconstruir con técnicas de anatomía digital utilizando recursos biomédicos como la tomografía computada.

Y en este trabajo mediante simulaciones numéricas y moldes endocraneales, se presenta un método de cuantificación de las diferencias entre especies, utilizando como caso-estudio humanos modernos y chimpancés. El Dr. Bruner concluye afirmando que “aunque la regulación de la temperatura cerebral dependa de muchos factores fisiológicos que no se pueden investigar en los fósiles, éste método permite por lo menos analizar cómo y cuánto ha podido influir en éste proceso el cambio de la geometría cerebral a lo largo de la evolución humana”.

http://www.cenieh.es/es/sala-de-prensa/noticias/actualidad/simulaciones-computadas-permiten-investigar-la-relacion-entre-geo

viernes, 18 de mayo de 2012

Atapuerca, un proyecto tecnocientífico


La evolución del Proyecto Atapuerca y el análisis de la tecnociencia desarrollado por Javier Echeverría (2003) presentan múltiples coincidencias, centradas en las modalidades de práctica científico-tecnológica contemporánea. Este es un avance del artículo que sobre el tema será publicado en la revista No. 10 del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana

Flor de Paz

El Proyecto Atapuerca emergió en el año 1976 del pasado siglo con el inusitado hallazgo de una mandíbula humana en la sierra del mismo nombre, a 15 kilómetros de la ciudad española de Burgos. Trinidad de Torres, su descubridor, comunicó el acontecimiento a Emiliano Aguirre, su tutor de tesis, quien dos años después conformó un primer proyecto de excavaciones para trabajar en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca.

En aquellos momentos, la Península Ibérica apenas asistía al despertar de la arqueología prehistórica, y una generación de jóvenes ya se dedicaba sistemáticamente a investigar el mundo del Pleistoceno .

Eran los años finales de la dictadura franquista en España y la época en que se introdujo en el país la teoría como elemento fundamental de la discusión científica. Numerosas corrientes investigativas y filosóficas tomaban auge entre profesionales y estudiantes, entre ellas la New Archaeology y el marxismo, que fueron abrazadas por Eudald Carbonell , miembro del Proyecto que conformó Emiliano Aguirre, al que luego se incorporaron José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga .

En 1991, con la jubilación de Aguirre, la dirección del Proyecto Atapuerca quedó en manos de Carbonell, Bermúdez de Castro y Arsuaga que, apoyados en una importante cantera de investigadores formados en torno a la labor científica en los yacimientos burgaleses, desarrollaron una práctica sistemática de trabajo en equipo. Sobre esos cimientos fue edificado Atapuerca, el proyecto de paleontología y arqueología, con subvención estatal, más estructurado y antiguo de España (Paz, F., 2011).

El resultado de más de 30 campañas de excavaciones ha proveído al Equipo de Investigación de Atapuerca de relevantes pruebas empíricas, a través de las cuales los científicos han podido reconstruir buena parte de la prehistoria de este ecosistema montañoso y hacer aportes significativos a los estudios sobre evolución humana en Eurasia y el mundo. Esta práctica ha conllevado a un continuo proceso de innovación del conocimiento y a su socialización dentro de la comunidad científica y en la sociedad.

La evidente complejidad del actual Proceso Atapuerca, en el que interacciona una amplia red de agentes, permite contextualizarlo, aún con sus singularidades, en torno a las nuevas concepciones tecnocientíficas en las que se subrayan los aspectos praxiológicos, más que los puramente epistémicos o cognitivos (Echeverría, J. y González, M., 2009).

En tal sentido Echeverría, J. precisa:

Preferimos utilizar el término 'tecnociencia' que propuso Latour … para entender el paso de la ciencia a la tecnociencia como un cambio en la estructura de la práctica científica que afecta a cada una de sus fases: planificación, producción, evaluación, difusión y aplicación del conocimiento, sin olvidar la enseñanza de la ciencia, que resulta clave en cualquier sistema científico-tecnológico. La tecnociencia se distingue de la ciencia por su modo de relacionarse con el conocimiento en cada una de esas fases, no sólo en la de investigación y producción del conocimiento, que tradicionalmente ha sido la más estudiada. (Echeverría, J., 2009)

Esta idea de tecnociencia, tal y como ha sido desarrollada por Echeverría, responde al intento filosófico de clasificar y caracterizar las modalidades de práctica científico-tecnológica contemporánea, que se define mediante una serie de características básicas. A continuación exponemos algunas de ellas y luego evaluamos sus coincidencias con el Proyecto Atapuerca.

Según este enfoque, la tecnociencia se caracteriza por la presencia de un sujeto plural en el que cada agente aporta sus propios bienes: los científicos conocimiento, los ingenieros tecnología, los financiadores dinero, los empresarios gestión y beneficios económicos, los políticos poder…Al hacerlo, generan valor, pero no sólo para sí mismos, también para los demás agentes tecnocientíficos (Echeverría, J., 2008).

Otro carácter identificador de esta nueva modalidad de práctica científica es la interdisciplinariedad, estrategia que incrementa la capacidad de innovación de los grupos que investigan y generan conocimiento, pero también de los que lo distribuyen, difunden y utilizan (Echeverría, J., 2009).

La complejidad estructural del Proyecto Atapuerca refleja la complejidad de su agente tecnocientífico, cuya pluralidad se ha consolidado en el último decenio con el logro de propósitos tan sobresalientes como la creación del Sistema Atapuerca, Cultura de la Evolución, una sustantiva armazón que contribuye a cualificar y cuantificar las investigaciones y la socialización de su producto.

En semejante desplazamiento el Proyecto Atapuerca se nutre de una diversidad de nodos interconectados (Echeverría, J. y González, M., 2009), gracias a las tecnologías de la información y a la colaboración entre proyectos de investigación nacionales e internacionales, sin lo cual resultaría imposible dicho proceso científico.

Pero la difusión del conocimiento científico sobre evolución humana trasciende en este contexto el ámbito de la comunicación y se instala en la lógica del conocimiento como base del pensamiento, conductor del cambio social, mediante la socialización crítica de la conciencia. La transformación del mundo, a pequeña o gran escala, es también un rasgo distintivo de las tecnociencias.

El gráfico muestra al agente tecnocientífico Proyecto Atapuerca y la conceptualización de algunas de sus acciones.

La denominada tecnoaxiología , llamada a atender este impulso transformador de la tecnociencia, se basa en una gran pluralidad de sistemas de valores. Entre los más relevantes se considera a los epistémicos, los típicos de la tecnología, los económicos, los ecológicos, los medioambientales, los jurídicos, los sociales y culturales y los políticos (Echeverría, J., 2010).

La simbiosis de algunos de estos en la práctica del proceso Atapuerca se evidencia a través de esta cita de Carbonell:

Atapuerca ha sido socializado como proyecto de investigación de la evolución humana, como un registro arqueológico, pero también como un proyecto social estructurado y contingente. Los importantes descubrimientos y su acción socializadora sobre el medio humano han hecho trascender las piedras y los cráneos a los espacios sociales de la cultura y el conocimiento y a las ciencias de la vida y de la Tierra y de la sociedad en general. Implican una nueva preocupación por conocer quiénes somos y qué podemos ser, sobre todo si somos capaces de entender la historia y de construir nuevas formas de adaptación más acordes a la aceleración que sufre nuestra especie a consecuencia de la selección técnica (Carbonell, E., 2007).

Otro elemento característico de la práctica tecnocientífica, la participación de capital privado en la investigación, puede observarse en la actividad tecnocientífica del proyecto Atapuerca. Sustentado en financiamiento público, también recibe aportaciones de estructuras económicas privadas que, mediante la Fundación Atapuerca, contribuyen a la formación del personal investigador, al aprovisionamiento complementario de equipos y servicios logísticos para la excavación e investigación, al desarrollo de proyectos de especialización en tratamiento, restauración y catalogación de restos fósiles y materiales paleoantropológicos, así como al desarrollo de innumerables herramientas para la socialización de los conocimientos científicos generados por el EIA. (Fundación Atapuerca. 10 años de evolución, 2010). En este caso, “tales contribuciones no implican, sin embargo, ninguna dependencia ideológica” .

En la tecnociencia, la utilización de equipamientos tecnológicos complejos, tanto para la investigación como para la evaluación y la gestión son determinantes (Echeverría, J. y González, M., 2009). En este sentido, Atapuerca no es una excepción; sin las complejas tecnologías requeridas para la documentación de los registros fósiles y sus contextos, y sin los métodos de análisis de las diferentes disciplinas que sustentan el conocimiento de la Paleoecología humana sería imposible inferir el conocimiento sobre nuestro género (Carbonell, E. (coord.), 2005).

Según Echeverría, en el caso de la tecnociencia, la interdependencia entre ciencia y tecnología es prácticamente total. Si los tecnocientíficos pretenden producir un nuevo conocimiento y emprenden acciones científicas para ello (demostrar, calcular, observar, medir, experimentar, etc.), dichas acciones son literalmente inviables sin apoyo tecnológico.

Si nos atenemos a lo expuesto anteriormente, los fundamentos de la teoría tecnocientífica defendida por Javier Echeverría son una herramienta teórica potencial para observar cualitativamente la actividad científica del Proyecto Atapuerca, entendiendo esta teoría como una estructura holística que afecta no solo a la comunidad científica, sino a toda la sociedad y a su funcionamiento (Carbonell, E. y Hortolà, P., 2010).

Desde este breve análisis del enfoque tecnocientífico puede pensarse que Atapuerca es un proyecto de tecnoevolución humana, de la misma manera que Echeverría distingue matemática de tecnomatemática y física de tecnofísica, al tomar en cuenta la transformación que en su práctica cotidiana han sufrido estas disciplinas en los últimos años .

Cabe subrayar entonces que Atapuerca es un ejemplo singular de actividad tecnocientífica, fundamentado en su perspectiva de transformación social desde el avance del conocimiento: sustrato del pensamiento y de la conciencia crítica de especie ; supuesto que ha de permitirnos salir del evolucionismo grosero y del darwinismo social, y desafiar las leyes básicas de la etología (Carbonell, E., 2008).



A partir de la reconstrucción del cráneo de Homo antecesor, descubierto en Gran Dolina, fue elaborada esta recreación en 3D del aspecto que tendría este homínido, incluso le fueron puestos piel y músculos de manera que puede contemplarse en acción mediante un diorama. Esta es una muestra de cómo la informática y las simulaciones marcan el paso de la ciencia a la tecnociencia desde el punto de vista de los lenguajes formales y la metodología (Echeverría, J., 2008).


(Ver números anteriores de publicación anual del Gabinete de Arqueología:
http://es.scribd.com/doc/47967758/Gabinete-de-Arqueologia-Boletin-no-ano-Oficina-del-Historiador-de-la-Ciudad-de-La-Habana)

Notas:

El paleoantropólogo Emiliano Aguirre es considerado el padre del Proyecto Atapuerca por sus aportes científicos y su condición de primer director de las excavaciones de la Sierra de Atapuerca.


Pleistoceno: Período del Cuaternario que se caracteriza por la alternancia de episodios fríos con otros cálidos o templados. Se divide en tres, inferior, que comienza hace 1,8 millones de años, medio y superior, que termina hace aproximadamente 10 000 años (Diez, C., Moral, S. y Navazo, M., 2005).

El principal enunciado que preconizaba la New Archaeology era construir un cuerpo teórico bien establecido capaz de sustentar y guiar la investigación arqueológica y las metodologías técnicas ligadas a ella. Con estas propuestas se pretendía transformar un método de trabajo en una verdadera disciplina científica. (Carbonell, E. y Bermúdez de Castro, J. M., 2004)

Eudald Carbonell: Codirector del Proyecto Atapuerca, director general de la Fundación Atapuerca y director del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES).

José Ma. Bermúdez de Castro: Codirector del Proyecto Atapuerca y director del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH).

Juan Luis Arsuaga: Codirector del Proyecto Atapuerca y director del Instituto de Salud Carlos III sobre Evolución y Comportamiento Humanos. Universidad Complutense de Madrid.

Se define a partir de la hipótesis filosófica según la cual sólo hay innovación si algún tipo de valor es satisfecho en mayor grado que en la situación anterior, en este caso de valores epistémicos (avance en el conocimiento). (Echeverría, J., 2008)

Según el mismo autor: el conocimiento difiere de la simple información por haber pasado más filtros evaluativos y por haber sido aceptado y utilizado por alguna comunidad científica. (Echeverría, J., 2008)

El término “tecnociencia” lo usó Bruno Latour en 1983 tan sólo para abreviar la interminable frase de “ciencia y tecnología”. (Echeverría, J. y González, M., 2009).

Tecnoaxiología:Término propuesto por Echeverría con la intención de abarcar una pluralidad de sistemas de valores presentes en la práctica científica contemporánea. (Echeverría, J., 2010)

Paleoecología humana: Es el estudio del clima y de la diversidad vegetal, animal y humana que existió en un ecosistema del pasado (Carbonell, E. y Bermúdez de Castro, J. M., 2004).