Resultados del Censo y Atlas arqueológicos aborígenes de la República de Cuba amplía el número de yacimientos y organiza los descritos anteriormente. |
Por Flor de Paz
Imágenes: José
Jiménez Santander, Instituto Cubano de Antropología.
El incremento
del conocimiento sobre el poblamiento aborigen de Cuba es uno de los más
importantes aportes del recién concluido Censo y Atlas arqueológicos de la
Isla, un proyecto científico encabezado por el Instituto Cubano de Antropología
(ICAN) que ha contado con la participación de numerosos colaboradores en todo
el país y más de 50 autores, según fue dado a conocer en una reunión nacional
de arqueólogos realizada recientemente en dicha institución perteneciente al
Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
La
investigación, que será actualizada periódicamente, ha dado respuesta a una
necesidad recurrente en los ámbitos de la ciencia y la educación, entre otros
que conforman el compuesto cultural de la nación cubana, dado el vacío
existente hasta este momento en la organización de los yacimientos
arqueológicos de la Isla.
El nuevo resultado,
“que queremos poner al servicio de toda la comunidad científica y del pueblo de
Cuba lo antes posible”, dijo José Jiménez Santander, investigador del departamento
de arqueología del ICAN y jefe del citado proyecto, puede portarse en un
archivo PDF de poco más de 70 megabits.
Según el científico, de inmediato comenzarán las coordinaciones para hacerlo
llegar al sistema educativo.
Entre los
datos que proporciona el Censo y Atlas arqueológico, está la existencia en el
país de 3268 sitios (1788 más que los registrados en compilaciones anteriores:
1970 y 1993), de los cuales 2334 pertenecen a comunidades pre-agroalfareras, 192
a proto-agricultoras, 617 a agricultoras y 90 sin filiación. Alrededor de otros
800 no han podido ser incluidos todavía porque no se cuenta con datos que corroboren
su identidad.
Para compactar
este conocimiento que se hallaba disperso, reconocerlo, validarlo y
socializarlo, objetivo primordial de la citada investigación, los autores se
enfrentaron a numerosas dificultades; entre ellas, la multiplicidad de errores presentes
hasta ese momento en numerosas coordenadas de ubicación geográfica de los
sitios conocidos, la existencia de algunos descubiertos y redescubiertos que
aparecían con nombres diferentes, la incomunicación entre los investigadores de
las diferentes zonas del país y los cambios deliberados de algunos nombres de
los sitios por algunos autores de trabajos.
Otros
problemas enfrentados a la hora de unificar los datos fueron la utilización de una
amplia diversidad de vocablos vinculados a los nombres de los sitios (abrigo
rocoso, conchal, residuario, finca,
loma, río, solapa, cueva, vega) y que la mayoría de los censos territoriales se
habían realizado potenciando los hallazgos de materiales, sin tener en cuenta
las fuentes bibliográficas y
documentales. Esas fueron las razones,
explicó Jiménez Santander, por la que tratamos de ir en todos los casos
a las fuentes originarias y no a las compilaciones.
No obstante,
los investigadores consiguieron arribar al resultado deseado consiguiendo que dicha
obra trascienda a ámbitos sociales como el de la investigación, la conservación
y la enseñanza. En relación al primero, el científico destacó la sistematización
y generalización de un conocimiento que se hallaba muy aislado, la duplicación
del universo conocido de sitios arqueológicos aborígenes de Cuba y la obtención
de una sólida base nacional para la realización de estrategias investigativas.
En cuanto a
la conservación, un objetivo de primer orden, Santander señaló que el Censo y Atlas
arqueológicos aborígenes develaron un nuevo panorama del patrimonio cultural
cubano y aportó elementos para la implementación de planes y estrategias de
manejo. Asimismo, “es fuente propicia para que se establezca el vínculo necesario
entre las instituciones científicas y las que provocan mayores impactos
negativos sobre los yacimientos”.
A partir de
la realización de dicho estudio, el escenario educativo nacional gana un
potencial de información visual capaz de hacer más atractiva la enseñanza del
patrimonio y de la historia en general. A la vez, facilita la comprensión
sistémica del poblamiento aborigen de Cuba y sobre la magnitud de la presencia
aborigen en Cuba.
El proyecto
científico liderado por el ICAN también incluyó un inventario nacional de la
existencia de colecciones arqueológicas aborígenes en el país y fuera de él,
aunque estas requieren todavía de revisión. Otros resultados de dicho estudio
fueron la agrupación en un registro documental de todas aquellas personas que
han trabajado el tema de la arqueología aborigen en el país (a partir de una
síntesis de su aporte al conocimiento) y la catalogación de la fauna presente en
los sitios arqueológicos aborígenes.
Sobre la
significación del Censo y Atlas arqueológicos aborígenes de la República de
Cuba, Gerardo Izquierdo, director del ICAN, subrayó que sus antecedentes pueden
hallarse en el pasado siglo con las acciones desarrolladas por la Junta
Nacional de Arqueología y Etnología y en el trabajo de todos aquellos que hasta
hoy han hecho aportes en este campo científico en la Isla.
Como
resultado del encuentro, los autores tomaron un grupo de acuerdos encaminados a
sistematizar el trabajo comenzado; entre ellos,
proponer a la dirección del ICAN mantener este proyecto investigativo de
forma permanente. Otras propuestas, dirigidas al CITMA, son las de priorizar en
el año 2014 las investigaciones arqueológicas del patrimonio aborigen en 27
municipios del país, así como priorizar los estudios de las colecciones
arqueológicas aborígenes de los museos municipales y provinciales. Un elemento
decisivo a tener en cuenta, según este equipo de investigadores, es crear
mecanismos de coordinación nacional que faciliten el flujo de información entre
los investigadores o estudiosos en todo el país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario