Por Flor de Paz
Desde la aparición de El origen de las especies[1],
de Charles Darwin, hace poco más de un siglo y medio, los efectos de las ideas
transformadoras del naturalista inglés han sido tan diversos como las culturas
que identifican a las sociedades contemporáneas.
Son incontables los estudios y publicaciones dedicadas
a polemizar alrededor de la teoría de la evolución de las especies a través de
la selección natural, aunque como portadora de principios explicativos
ajustados a las evidencias, las investigaciones tecnocientíficas de las últimas
décadas han continuado confirmando su valía.
En la época de su emergencia, el impacto de
dichas concepciones significó el emplazamiento al creacionismo, como modelo universalmente
establecido para explicar el origen de la vida.
Es en ese contexto en que está enmarcado Darwnismo y Sociedad en Cuba. Siglo XIX, de Pedro M. Pruna
Goodgall, que profundiza en la recepción de las nuevas ideas en la Isla a
partir de los últimos años de la citada centuria.
En palabras del propio autor, “al menos hasta
1861, el dogma de la creación no precisó, en Cuba, de defensa alguna. Usada
como verdad evidente o como creencia habitual, la doctrina creacionista aparece
frecuentemente en las obras de los naturalistas cubanos de este período”.
Este presupuesto histórico sirve de partida a
Pruna Goodgall para desarrollar su texto, en el que se detiene en el análisis
de las propensiones evolucionistas de los más importantes científicos de la
época, entre ellos Felipe Poey, defensor del concepto “de la unidad de la
especie humana”, y Ramón Zambrana, opuesto al mismo tiempo a la idea de la
transformación de las especies y a la tendencia de algunos naturalistas de
separar al hombre en especies diferentes”.
Trascendiendo estas visiones, el autor dedica
un capítulo a pormenorizar el desempeño de la intelectualidad de la época en el
razonamiento de la concepción
evolucionista en el país, subrayando el papel del pensamiento reunido en torno
a la Revista de Cuba y a la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, para
desembocar así en las discusiones más importantes desarrolladas alrededor de
este proceso de asimilación cultural e ideológica.
Darwnismo y
Sociedad en Cuba. Siglo XIX, destaca el impacto que en la Universidad de La Habana tuvieron las
concepciones del naturalista inglés en los años 80 de esa centuria, cuando fueron
defendidas en sus aulas tesis doctorales
explícitamente evolucionistas, un auge que decayó en la década de los 90, en
vísperas de la Guerra de Independencia y de la posterior ocupación
norteamericana.
Más allá aun, la obra de Pruna Goodgall aporta una síntesis de las principales
características del evolucionismo biológico y social durante el siglo XIX,
particularizando en varios países donde este asunto alcanzó singular
importancia.
Su publicación da continuidad a una línea de
títulos sobre evolución humana de los que se ha venido nutriendo la Editorial
Científico-Técnica, reafirmando así la vigencia de la principal aportación de
Charles Darwin, el haber colocado a los humanos en su justa posición en la
naturaleza.
[1]
El origen de las especies, por medio de la selección natural fue publicado por primera vez
el 24 de noviembre de 1859 y no fue traducido al español hasta 1877.
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