sábado, 17 de julio de 2010

Nuevo Museo de la Evolución Humana


La instalación, de 15 mil metros cuadrados, expone fósiles originales procedentes de los yacimientos de Atapuerca y “reconstruye” en su interior la historia humana



Por Flor de Paz
Cuatro plantas de exposición permanente, con más de seis mil metros cuadrados cada una, componen al Museo de la Evolución Humana (MEH), inaugurado esta semana en la ciudad española de Burgos.
Erigido junto a la ribera del Arlanzón, río de vasta antigüedad que atraviesa la urbe castellana, el MEH abriga un total de 200 fósiles originales procedentes de los yacimientos de Atapuerca. Mediante diferentes recursos museológicos, expone asimismo elementos relacionados con la Teoría de la Evolución de Darwin, los trabajos sobre el cerebro del Premio Nobel Santiago Ramón y Cajal y una Galería con reproducciones de homínidos.
Los conocidos yacimientos burgaleses están representados en toda la extensión de una de las plantas del Museo, a través de bloques que simulan las excavaciones en esta zona. Al mismo tiempo, audiovisuales recrean los hallazgos más importantes ocurridos en treinta años de labor arqueológica en la conocida montaña, algunos de ellos presentes en la exposición.
Entre otras muestras sobresalientes del MEH están una reproducción del Beagle, el buque británico en el que Charles Darwin realizó el viaje que inspiró su descubrimiento; la representación del arte rupestre y una sala de fuego que abre paso a otra área donde se habla de socialización y de la tecnología utilizada por nuestros antepasados.
El proyecto del Museo de la Evolución Humana de Burgos está basado en la misma filosofía que la réplica de las cuevas de Altamira, según ha dicho el arquitecto de ambas obras Juan Navarro Baldeweg.
En el de Altamira el conocido especialista relacionó la arquitectura con la geología del terreno y en el de la Evolución Humana, con el paisaje de la Sierra de Atapuerca. En este sentido, señaló que las piezas centrales del museo burgalés reproducen las trincheras de Atapuerca. Además –dijo-, el exterior del edificio establece una relación con el río Arlanzón que es el elemento conductor del rosario de jardines de la ciudad y que llega hasta el yacimiento.
Según José María Bermúdez de Castro, uno de los tres co-directores del proyecto Atapuerca, “hay muchos museos en Europa, en Euroasia y algunos en África que dedican espacio a la evolución humana, pero la verdad, tal y como se ha aprovechado esto, con esta dimensión, no se había hecho nunca.
"Es una inversión impresionante y un volumen impresionante de espacio, de información de datos, es único. Lo que hay que hacer ahora es mantenerlo vivo, que no sea flor de un día, sino continuar trabajando durante años y años", añadió.
“En el MEH se puede contemplar la evolución de los homínidos desde hace 1,5 millones de años. Al mismo tiempo, se puede comprender la teoría de la evolución de Darwin, se pueden observar todas las especies del género Homo, conocer la evolución del cerebro humano y entender la cultura humana, a nivel diacrónico, así como adentrarnos en los ecosistemas que han formado parte del gran proyecto de nuestra especie”, explicó Eudald Carbonell, también codirector del Proyecto Sierra de Atapuerca.
El Complejo de la Evolución Humana, en el que se enmarca el nuevo Museo, comprende un sistema en el que se integran por primera vez los yacimientos, las investigaciones, los centros de recepción e información de visitantes y los centros de conocimiento y divulgación, una red de recursos y actividades en torno a Atapuerca en el que todos y cada uno de sus elementos juegan un papel importante e interconectado.

lunes, 5 de julio de 2010

Un giro de tuerca







La inteligencia, legado de las innumerables especies homínidas que nos precedieron, es nuestra más fabulosa herramienta y conquista: la tecnología magnifica capacidades, no las sustituye. (Imagen: Hombre mecánico, de Liliana Lima de Lázaro)

Por Flor de Paz

Somos seres tecnológicos. La capacidad para fabricar herramientas fue una de las principales adquisiciones en pos de alcanzar nuestra condición humana durante el proceso evolutivo.
Dos millones de años después de que los homínidos más antiguos fabricaran los primeros artefactos de piedra, el universo tecnológico creado por el Homo sapiens multiplica exponencialmente sus capacidades y ejerce una influencia determinante sobre mecanismos originarios de la vida.
Una nueva selección, la técnica o cultural, coexiste con aquella basada en la sobrevivencia y reproducción de los individuos más aptos. Y el acceso a los adelantos científicos (algo así como el fuego en el paleolítico), determinan, en buena medida, la prolongación de la existencia entre los menos favorecidos por sus genes.
El desarrollo de incontables equipos médicos destinados al diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, así como la acelerada diversificación de la industria farmacéutica, y de los conocimientos científicos en general, proporcionan a la humanidad herramientas capaces de transformar la naturaleza y de superar impensables escollos biológicos.
Pero, ¿cuándo el facultativo y sus prácticas clínicas deben de predominar sobre el uso (y abuso) de la tecnología per se? Y, ¿cuándo el tino no debe ser desechado en pro de un diagnóstico eficaz?
En cualquier caso, la responsabilidad nunca será suplantada por códigos o artefactos, a la postre frutos de la intervención humana. Ni la máquina más sofisticada sería capaz de sustituir al examen clínico o al diagnóstico presuntivo de un especialista, sobre todo si media la experiencia.
La inteligencia, legado de las innumerables especies homínidas que nos precedieron, es nuestra más fabulosa herramienta y conquista: la tecnología magnifica capacidades, no las sustituye.
Con todo, seguimos siendo vulnerables, aun cuando el desarrollo tecnológico se acerque cada vez más al universo de la ficción.
El sabernos portadores de un infinito conocimiento acumulado no debe alentar al uso inconsecuente de las herramientas creadas por nuestra especie, en aras, precisamente, del mejoramiento de la vida.
Agravia la evolución tecnológica el facultativo que falsea la valía de un fármaco. O aquel que por pereza o desidia acorta la duración de un tratamiento u oculta los probables caminos de una cura. Más que agravio es una estocada a la ética.
Solo la aspiración a una sociedad de pensamiento científico, basada en la lógica y la demostración, hará posible avanzar en el camino humano. Evolución tecnológica significa convertirnos en mejores usuarios, incluso, de nuestra propia inteligencia. Las máquinas resultan formidables, siempre y cuando usemos el cerebro. (Publicado en la revista Juventud Técnica, mayo-junio de 2010).