miércoles, 16 de octubre de 2013

Óptica del evolucionismo en Cuba



Por Flor de Paz
Desde la aparición de El origen de las especies[1], de Charles Darwin, hace poco más de un siglo y medio, los efectos de las ideas transformadoras del naturalista inglés han sido tan diversos como las culturas que identifican a las sociedades contemporáneas.
Son incontables los estudios y publicaciones dedicadas a polemizar alrededor de la teoría de la evolución de las especies a través de la selección natural, aunque como portadora de principios explicativos ajustados a las evidencias, las investigaciones tecnocientíficas de las últimas décadas han continuado confirmando su valía.
En la época de su emergencia, el impacto de dichas concepciones significó el emplazamiento al creacionismo, como modelo universalmente establecido para explicar el origen de la vida.  Es en ese contexto en que está enmarcado Darwnismo y Sociedad en Cuba. Siglo XIX, de Pedro M. Pruna Goodgall, que profundiza en la recepción de las nuevas ideas en la Isla a partir de los últimos años de la citada centuria.
En palabras del propio autor, “al menos hasta 1861, el dogma de la creación no precisó, en Cuba, de defensa alguna. Usada como verdad evidente o como creencia habitual, la doctrina creacionista aparece frecuentemente en las obras de los naturalistas cubanos de este período”.
Este presupuesto histórico sirve de partida a Pruna Goodgall para desarrollar su texto, en el que se detiene en el análisis de las propensiones evolucionistas de los más importantes científicos de la época, entre ellos Felipe Poey, defensor del concepto “de la unidad de la especie humana”, y Ramón Zambrana, opuesto al mismo tiempo a la idea de la transformación de las especies y a la tendencia de algunos naturalistas de separar al hombre en especies diferentes”.
Trascendiendo estas visiones, el autor dedica un capítulo a pormenorizar el desempeño de la intelectualidad de la época en el razonamiento  de la concepción evolucionista en el país, subrayando el papel del pensamiento reunido en torno a la Revista de Cuba y a la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, para desembocar así en las discusiones más importantes desarrolladas alrededor de este proceso de asimilación cultural e ideológica.
Darwnismo y Sociedad en Cuba. Siglo XIX, destaca el impacto que en la Universidad de La Habana tuvieron las concepciones del naturalista inglés en los años 80 de esa centuria, cuando fueron defendidas en sus aulas  tesis doctorales explícitamente evolucionistas, un auge que decayó en la década de los 90, en vísperas de la Guerra de Independencia y de la posterior ocupación norteamericana.
Más allá aun, la obra de Pruna Goodgall  aporta una síntesis de las principales características del evolucionismo biológico y social durante el siglo XIX, particularizando en varios países donde este asunto alcanzó singular importancia.
Su publicación da continuidad a una línea de títulos sobre evolución humana de los que se ha venido nutriendo la Editorial Científico-Técnica, reafirmando así la vigencia de la principal aportación de Charles Darwin, el haber colocado a los humanos en su justa posición en la naturaleza.



[1] El origen de las especies, por medio de la selección natural fue publicado por primera vez el 24 de noviembre de 1859 y no fue traducido al español hasta 1877.

Los fósiles viajan por WiFi

Nueva tecnología informática se adentra en el desarrollo de innovaciones basadas en el conocimiento científico arqueopaleontológico.
Por Flor de Paz
El desarrollo y aplicación del sistema de gestión integral 3 COOR Database, capaz de optimizar la capacidad de análisis de los datos obtenidos en los yacimientos arqueopaleontológicos, ha supuesto un importante avance en las investigaciones científicas sobre evolución humana que se desarrollan en la Sierra de Atapuerca, España.
Generado entre el Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES)  y el Instituto de Ibermática (i3B),  3COOR constituye una innovación basada en el conocimiento científico y tecnológico. Se trata de un sistema de almacenamiento de datos utilizados en la investigación y generados por ella misma con la capacidad adicional de integrar la gestión del destino final de los fósiles en el museo donde se custodien.
Su aplicación comienza en las propias excavaciones cuando los arqueólogos introducen en sus PDA (Agenda Digital Personalizada) los datos de los objetos hallados. La información registrada es enviada inmediatamente vía WiFi a una base de datos relacional que también está en el yacimiento. Una serie de ventanas de consulta e introducción de detalles con que cuenta la 3COOR permite también aportar la información que se obtiene posteriormente en laboratorio, a la cual se puede tener acceso a través de Internet.
La incorporación de esta solución a las labores de toma de datos en el yacimiento supone un punto de inflexión en el futuro de las investigaciones arqueológicas y paleontológicas, pues trasciende el registro manual de los hallazgos.

El uso de 3COOR se ha extendido a otros yacimientos arqueológicos españoles y también ha sido aplicada en Machu Picchu, en el valle del Cusco, Perú. (Fuentes: IPHES y Fundación Atapuerca).