jueves, 12 de febrero de 2009

Darwin colocó al hombre en su justa posición en la naturaleza



Dijo el profesor Vicente Berovides durante un homenaje realizado en la Universidad de la Habana por el bicentenario del sabio inglés y en el sesquicentenario de la publicación de su libro La evolución de las especies
Por Flor de Paz
La trascendencia histórica de la teoría de la evolución de las especies y la actualidad de los mecanismos evolutivos planteados por Charles Darwin fueron los temas de las conferencias dictadas ayer martes en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, por los doctores Pedro Marino Pruna, del Museo Nacional de Historia Natural, y Vicente Berovides Álvarez, de la Facultad de Biología del centro de estudios superiores.
El doctor Pruna, además de ofrecer detalles biográficos de Darwin, explicó cómo durante los últimos 40 años del siglo XIX la teoría evolucionista se diseminó por el mundo, y fue acogida de manera particular en Cuba.
“Desde 1862 Felipe Poey introdujo las ideas del sabio inglés en los cursos universitarios y sentó las pautas para la enseñanza de la historia natural en la Facultad de Ciencias de la Universidad de La Habana. En 1890 ya había sido conformado un claustro profesoral de zoólogos y botánicos constituido exclusivamente por evolucionistas, y que ese mismo año, al inaugurar el curso escolar en la UH uno de los discípulos del naturalista cubano declaró el triunfo del darwinismo en la institución universitaria.”
Este hecho, unido a otros acontecimientos, permite afirmar que Cuba ocupó un lugar prominente entre los países de Latinoamérica en el proceso de recepción de las teorías evolucionistas, aseguró el experto.
Darwin, el darwinismo y la evolución humana
Haber incluido a los humanos dentro del reino animal y, por tanto, entre los organismos que evolucionaron mediante la selección natural es entre todos los postulados darwinistas el elemento que más revuelo ocasionó desde su surgimiento. Esa razón ha generado una gran lucha de ideas, principalmente del creacionismo frente al evolucionismo, afirmó el doctor Vicente Berovides Álvarez, al dar inicio a su conferencia.
“Hay quienes dudan de la Teoría de la Evolución, aún cuando esta ofrece los principios explicativos de los fenómenos a que se refiere, ajustados a las evidencias. Sin embargo, nadie vacila ante la fundamentación de Einstein acerca de que la materia está formada por átomos y, ahora, por partículas subatómicas”, dijo Berovides.
El darwinismo es el único mecanismo capaz de explicar fenómenos como la biodiversidad y la adaptación de los organismos al medio. Y cuenta con muchas pruebas; el poder ilustrativo de la teoría de Darwin es evidente a la hora de entender el genoma humano.
En relación a Homo sapiens, Berovides Álvarez refirió que comparte con el científico español Eudald Carbonell, co-director de los yacimientos pleistocenos de la Sierra de Atapuerca, una idea novísima y muy revolucionaria plasmada en su reciente libro El nacimiento de una nueva conciencia : aún estamos en la infancia de nuestra evolución, pues como especie aparecimos hace sólo 150 ó 200 mil años.
El investigador reflexionó sobre el hecho de que hay libros en los que se asegura que la selección natural no opera en los humanos actuales. “Es un error, mientras seamos seres vivos y tengamos diferencias genéticas habrá selección natural. Son numerosos los ejemplos de caracteres patológicos y normales en los que interviene este mecanismo, entre ellos el grupo sanguíneo, la sensibilidad a la fenilcetonuria, el color de la piel, la resistencia al SIDA y la hipertensión arterial en afroamericanos.
A renglón seguido detalló igualmente que la actual Teoría sintética de la evolución constituye el avance científico de los postulados formulados por Darwin, que gozan de total vigencia.
“Hay críticos que dicen haber hallado un nuevo mecanismo para la variación genética y que por consiguiente ya no hace falta la selección natural ¿Y quién ha dicho que la selección natural genera la variación genética? La selección natural ordena, decide o modela la variación genética, pero no crea nuevas combinaciones. La fuente originaria de la variación genética está en la mutación”, adujo el profesor Berovides.
Para concluir, el científico cubano hizo referencia a los valiosos aportes de Darwin. Entre ellos, el hecho de haber colocado al hombre en su justa posición en la naturaleza e influir en el desarrollo de numerosas ciencias.
En cuanto a la diferencia existente entre Darwin y el darwinismo dijo: para el genio inglés el nivel de ejercicio de la selección natural ocurría básicamente en el individuo. Hoy la genética demuestra que el mecanismo está presente en los genes, los individuos y las poblaciones.

sábado, 7 de febrero de 2009

Del caracter al gen




















Sustentada en los postulados evolucionistas del sabio inglés, la llamada teoría sintética de la evolución integra los avances científicos alcanzados en el campo de la biología

Por Flor de Paz

Charles Darwin hizo una de las contribuciones de mayor trascendencia al conocimiento del origen de la vida: descubrió el engranaje fundamental de la evolución y lo resumió en la más importante teoría científica que aún sirve de sustento a todas las concepciones evolucionistas.

La selección natural, médula de sus aportes, constituye un mecanismo de transformación capaz de dar lugar a nuevas especies. Aun cuando ha sido ampliada y mejorada, mantiene íntegra su esencia.

Según la concibió Darwin, se concreta en la capacidad de supervivir de los individuos más adecuados. Hoy, con los significativos avances experimentados por la biología molecular de finales del siglo XX, entra en juego además la habilidad para reproducirse y transmitir genes a la próxima generación.

Esta ciencia recontextualiza la acción del principio darwiniano a nivel poblacional, y no solo en el individuo,

explica el doctor Vicente Berovides Álvarez, profesor e investigador de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana.

A partir de las concepciones actuales –acota-, ser eliminado por la selección natural no significa morir. “La imposibilidad de procrear es también una consecuencia de la acción de esta ley”.

Nueva síntesis

Darwin no conoció la existencia de los genes; el descubrimiento de la estructura del ADN (1953) ocurrió más de setenta años después de su muerte. Tampoco pudo prever la función de estas moléculas en el origen de los cambios que él percibió en los seres vivos.

Aun cuando las leyes del checo Gregor Mendel, publicadas en 1866, fundamentaban la herencia de caracteres simples, no establecían la de los más complejos e importantes para la evolución; por ejemplo, los relacionados con la habilidad de los individuos para reproducirse.

El trabajo de Mendel fue incomprendido hasta 1900, cuando ocurre un redescubrimiento de sus teorías. Entonces –agrega el doctor Berovides- se supo que los caracteres complejos sí tenían herencia mendeliana, pero no exactamente cómo él la había formulado

Sobre esos presupuestos, y con el desarrollo alcanzado por la genética poblacional, respaldada por otros conocimientos predominantes en la década del treinta del pasado siglo, surge la teoría sintética de la evolución o postdarwinismo.

La también llamada nueva síntesis restableció la teoría original de Darwin sobre las firmes bases de la genética experimental y las estadísticas demográficas.

En la época en que el científico inglés formula su teoría, la clave estaba en el individuo y en los caracteres hereditarios. Al desarrollarse la teoría sintética se llega a la conclusión de que lo importante para evolucionar es la población y que las unidades que se transmiten a la próxima generación son los genes, no los caracteres.

La sistemática, que era una ciencia relativamente desarrollada entonces, también apoya la evolución y, sobre todo, los descubrimientos paleontológicos, evidencias de ese fenómeno.

En el siglo XIX fueron hallados muchos fósiles de dinosaurios, demostrativos de que el mecanismo propuesto por Darwin era el más acertado.

“Se sabe, por evidencia fósil, que los reptiles se pudieron transformar en mamíferos y que otro grupo de reptiles, que eran dinosaurios, se convirtieron en aves. Asimismo, un grupo de monos evolucionó a humanos”, argumenta el profesor Berovides.

Una tercera ciencia apoya el postdarwinismo o teoría sintética: la biología molecular y, más específicamente,

la genética molecular. Gracias a ella se descubre la estructura compleja de los genes y se concibe una posible evolución molecular, mucho más compleja que la de los organismos. Pero como las moléculas están controladas por los genes y están dentro de los organismos, al final lo que evolucionan

son estos, junto con sus genes, sus moléculas y sus caracteres.

El equilibrio puntuado

Los evolucionistas que apoyan la teoría de Darwin reafirman que las nuevas especies aparecen en forma gradual y a partir de otras preexistentes; los llamados saltacionistas opinan que estas aparecen y desaparecen súbitamente.

No hay contraposición entre ellas. “Después de mucha discusión se acepta que ambos procesos pueden ocurrir, dependiendo del carácter y de la especie. Por ejemplo, los homínidos se hicieron bípedos de forma gradual, pero la adquisición de un gran cerebro ocurrió como un salto (sucede en unas pocas generaciones y consiste en un cambio genético significativo que da lugar al surgimiento de una especie)”, explica el científico cubano.

El saltacionismo, que se opone a la teoría darwinista de la evolución gradual, fundamenta el nacimiento de la teoría del Equilibrio Puntuado o Puntualismo, debida a los aportes de Stephen Jay Gould y Niles Eldredge, eminentes paleoantropólogos estadounidenses.

Pero el propio Stephen Jay Gould, apunta: “La selección natural de Darwin es una teoría para fabricar diseños sin necesidad de un diseñador; hecha a la medida para pulverizar uno a uno los argumentos de cualquier creencia antinatural. La predicción clave de la teoría se ha confirmado en tiempos recientes: la prueba más contundente es la universalidad del código genético”.

No hay dudas, la teoría de Gould y de los evolucionistas biológicos moleculares modernos, reposa firmemente en el darwinismo.

La evolución como resultado de la selección natural planteada por el genio inglés tiene tal alcance que fue capaz de asimilar sin dificultad las reglas básicas de la herencia mendeliana y el descubrimiento de la estructura atómica del ADN, quedando reforzada, cada vez más, por los avances de la genética.

El núcleo central de la teoría de la evolución -los mecanismos por mutación y selección natural-, básicamente no va a ser alterado por ningún descubrimiento, señala el doctor Berovides Álvarez. “Aun cuando puedan hallarse nuevas explicaciones acerca del surgimiento de la variación genética y otros métodos de acción de la selección natural y de la transmisión hereditaria, tal como la horizontal o de una especie a otra”.

Teoría sintética de la evolución

Hace más de 50 años los biólogos combinaron la genética mendeliana con los postulados de Darwin para formular una explicación amplia de la evolución. Esto se conoce como teoría sintética.

Ella explica la variación observada por Darwin entre la descendencia en términos de mutaciones y recombinaciones.

Dicha teoría ha dominado las concepciones y la investigación de muchos biólogos y ha dado como resultado un notable cúmulo de pruebas en apoyo de la evolución.

Los biólogos aceptan los principios básicos de la teoría sintética, pero examinando a fondo alguno de sus aspectos. Por ejemplo, ¿cómo influye el azar en la evolución? ¿Con qué rapidez surgen nuevas especies?

Estas cuestiones se han originado de una reevaluación del registro paleontológico y de descubrimientos en aspectos moleculares de la herencia.

Dentro del postdarwinismo existen dos tendencias. Una sostiene que la teoría sintética debe ser sustituida por una nueva que integre más elementos (la mayoría de los científicos que la defienden no son evolucionistas). La otra plantea que la teoría sintética ha absorbido de forma adecuada los nuevos conocimientos (sostenida por evolucionistas como Stephen Jay Gould) y que es suficientemente fuerte como para aceptar los nuevos conocimientos sin que cambie su núcleo central.

El hombre desciende de una forma inferior
Uno de los grandes méritos de Charles Darwin es haber llegado a la conclusión de que el hombre evolucionó, como el resto de las especies. Y llegó a la última consecuencia: si el hombre es en parte animal tuvo que haber surgido de un animal, no fue creado por una entidad divina.

Su intuición, que incluso iba más lejos que sus propuestas teóricas, le llevó a presentar África como el lugar donde ocurrió la emergencia humana, también en El origen de las especies. El tiempo y la investigación científica le han dado la razón. En la actualidad sabemos que el inicio de nuestro proyecto de homínido inteligente fue gradual.

La selección técnica permite superar a la natural

Hace 1,5 millones de años se abrió paso una nueva forma de selección que se denominó “técnica”. A diferencia de la selección natural, esta es voluntaria y tiene pautas típicamente humanas, conscientes, y no exclusivamente naturales.

La selección técnica es la que en nuestras manos ha creado las especies y razas domésticas. Aplicada a la especie humana, no ha provocado cambios genéticos a gran escala, sino diferencias culturales marcadas por desigualdades en la capacidad operativa. Sin embargo, como instrumento a nuestro alcance ha cambiado la genética de muchas especies.

La selección técnica no modifica directamente la información genética, pero impide que la selección natural la modifique. Por ejemplo, las mujeres con la pelvis excesivamente estrecha, difícilmente podrían dar a luz con éxito sin la ayuda de la técnica, pero su uso en estos casos conserva y extiende esta característica

física poco beneficiosa. La variación que la selección natural pretende eliminar, la selección técnica hace que deje de ser un problema. (Aún no somos humanos, Eudald Carbonell y Robert Sala)

(Publicado en la revista Juventud Técnica, enero-febrero 2009)

Registro rupestre. Más allá del arte
















Concluye Grupo Cubano de Investigaciones de Arte rupestre mapa que atesora inmensa información sobre esta riqueza arqueológica en la Isla.
Por Flor de Paz
Como una puerta abierta al mundo cognoscitivo del hombre prehistórico pueden mirarse las pinturas y grabados rupestres, expresiones del pensamiento que aportan al registro arqueológico apreciables referencias sobre la vida pasada.
Dibujos y petroglifos permiten rastrear el funcionamiento de antiguas sociedades, aquellas que continuamente intentamos reconocer en el empeño siempre insatisfecho de buscar nuestros orígenes.
Tal es la potencialidad del patrimonio gráfico más antiguo de Cuba, aunque si es aislado de su contexto arqueológico solo puede significar un hermoso y contemplativo espectáculo estético. Más allá de la obra artística, la pictografía rupestre tiene que ser valorada como pieza de un puzzle en el que cuentan los hallazgos fósiles y la mirada de resultados científicos en el campo de la geología, la paleontología y la paleoantropología, entre otras disciplinas.
En Cuba es vasta la presencia de grafías prehistóricas, aún cuando en otras islas de las Antillas mayores es más numerosa su existencia. Una reciente obra: el Mapa del dibujo rupestre muestra que hasta el momento han sido descubiertos en el país 223 yacimientos de este tipo.
“Sabemos cuántas de nuestras estaciones rupestres contienen pinturas, petroglifos o la combinación de ambos. Contabilizamos las pictográficas hechas en color negro, rojo y las que mezclan estos matices con los espacios en blanco. Asimismo, el largo proceso de realización del mapa permitió identificar las áreas en las que se ubican cada una de las estaciones”, explica Racso Fernández Ortega, jefe del Departamento de Arqueología, del Instituto Cubano de Antropología, y coordinador general del Grupo Cubano de Investigaciones de Arte Rupestre (GCIAR).
La información cualitativa que ofrece este mapa es su aporte más importante. Asimismo, el hecho de que durante el proceso de su realización el GCIAR estableció un modelo para el registro del dibujo rupestre en Cuba en aras de homogenizar la información que se recoja en las estaciones.
“Ofrece un espectro de datos gigantesco. Nos ha permitido ver, por ejemplo, cómo en Pinar del Río, Matanzas y Sancti Spíritus hay pictografías en rojo y por qué el negro aparece desde Guantánamo y el rojo no”.
Otras interrogantes también han sido abordadas: el hecho de que Punta de Este, Isla de la Juventud, sea el único yacimiento del país dónde se encuentre la combinación del rojo y el negro en las pinturas, aunque en cuevas de Matanzas, Pinar del Río y la propia Isla hay tantas en rojo o en negro.
El estado de conservación de pictografías y petroglifos, las acciones del hombre que más los afectan y las medidas que pudieran tomarse para protegerlos son otros de los datos cualitativos que aportó el estudio.
-¿La siguiente fase es hacer investigaciones más profundas en las estaciones rupestres?
- Ahora pasamos a otra etapa, la de hacer estudios sin tener que acudir necesariamente al sitio, una vez que las estaciones fueron investigadas durante todo el proceso de realización del mapa. Pretendemos hacer más trabajos que ayuden a homogenizar los sistemas de documentación y registro.
Una investigación histórica sobre un petroglifo antropomorfo descubierto y arrancado en 1938 de la cueva Waldo Mesa, en Banes, Holguín, y que en la actualidad se encuentra en una de las salas expositivas con que cuenta el Instituto de Antropología, es un ejemplo del tipo de labor en la que ahora se empeña el GCIAR.
“Se trata de actualizar la información. En este caso, el petroglifo sufrió un considerable cambio desde que fue encontrado hasta la actualidad. Apenas tiene que ver con la imagen fotográfica tomada y publicada en el año 1941. Si un investigador quiere compararla con otra de su tipo y no acude a las primeras imágenes publicadas va a errar, como ya ha sucedido”.
-Asimismo nos hemos propuesto aprovechar las nuevas concepciones de análisis e interpretación del dibujo rupestre, basados en la propuesta de Jorge Calvera, quien dedicó hace unas dos décadas un importante capítulo de su tesis de doctorado al dibujo rupestre de la Sierra de Cubitas, en Camagüey”.
El mencionado investigador estableció una relación entre los diseños cerámicos de los sitios arqueológicos relativamente cercanos al área de la Sierra de Cubitas y los pictográficos de las estaciones rupestres del lugar. Esta comparación le indicó que existía una repetición de los diseños cerámicos en las pictografías de algunas de las cuevas. Así pudo deducir una cronología relativa bastante cercana al momento en que pudo haberse ejecutado el dibujo.
“A partir de ese momento, los arqueólogos comenzamos a ver el dibujo rupestre como parte del registro arqueológico. Hasta entonces lo habíamos mirado como la obra de arte.
“Es necesario trascender los tonos descriptivos que han marcado la investigación de la gráfica rupestre cubana y acometer el rescate de los subsistemas tecnológicos e ideológicos ocultos detrás de cada conjunto”, advierte Fernández Ortega.
-Puede caracterizar alguna de las estaciones a partir de esta concepción?
- Cuando trabajamos para definir el estilo Patana (en el extremo oriental de la Isla) identificamos algunos personajes de la mitología aruaca insular con los petroglifos de la cueva del mismo nombre. Nos basamos en la mitología aborigen descrita por Ramón Pané, un fraile ermitaño que por instrucciones expresas del almirante Cristóbal Colón recogió en sus textos la idolatría de los aborígenes.
“El hecho de que morfológicamente los petroglifos o diseños de esa zona tengan alguna relación con los personajes que describe Pané nos hizo pensar que podíamos usar esta mitología caribeña insular como una herramienta más para hacer una reconstrucción del mundo en que vivían los pobladores de la región oriental de Cuba, y fundamentalmente los de Maisí”, explica el investigador.
La morfología no basta para identificar a un petroglifo, asegura. “Es necesario tener en cuenta la función social encomendada al personaje mitológico por el grupo cultural que lo creó, en relación con el espacio que ocupa en el recinto sagrado. No es suficiente que el llorador de lluvia tenga lágrimas en los ojos, sino también que esté ubicado en el espacio en el que se moje con la lluvia y reciba los rayos solares en las primeras horas de la mañana. Nunca será encontrado un personaje como este en el fondo de una cueva porque allí nunca hubiera podido cumplir con su función”.
-Desde ese punto de vista, Punta de Este es la estación más completa de Cuba?
- Es la más divulgada, pero la menos estudiada desde el ángulo de la sistemática arqueológica. Como dijo Fernando Ortiz, es la capilla Sixtina del dibujo rupestre cubano.
“Coincido con esa hipótesis del conocido científico; los grupos que hicieron esos dibujos podían perfectamente llevar un conteo primario del tiempo al punto que les permitiera predecir los nueve meses del embarazo, la época de reproducción de las plantas y los animales o las temporadas de lluvia.
“Pero aun cuando posteriormente Antonio Núñez Jiménez dedicó largas jornadas a ver la posición del sol en el cenit y dónde era que se iluminaba la cueva en el equinoccio; los motivos que se alumbraban en los solsticios y cómo en la bóveda celeste podía verse el paso del sol a través de la entrada de la cueva, no ha existido una sistemática para poder hacer el análisis integral de esos dibujos”, afirma Fernández Ortega.
- Usted ha investigado sobre el petroglifo del Maffo ¿Cuál es su historia?
-Fue descubierto de 1963 y trasladado desde Contramaestre hasta la Academia de Ciencias de Cuba. Estuvo en exhibición en el Museo de Historia Natural Felipe Poey. Ahora se encuentra en el Museo del Gabinete de Arqueología, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
“Georeferenciamos el sitio donde estuvo ubicado originalmente, reconstruimos la historia de su aparición y tratamos de establecer qué grupo humano pudo haberlo construido, porque es una de las pocas piezas del arte rupestre cubano que estaba a la intemperie”, explica.
Basados en el mencionado método de Calvera los científicos estudiaron morfológicamente el petroglifo e investigaron los sitios arqueológicos que están alrededor del área donde fue hallado.
Así consiguieron establecer una posible relación entre el diseño cerámico del grupo que habitó el yacimiento de Ventas de Casanova y el petroglifo. Este último tiene los dos orificios nasales (una singularidad inexistente en toda el área del Caribe insular) y la cerámica aborigen de ese sitio tiene la misma característica.
Otro elemento que tuvieron en cuenta es el enclave del petroglifo. Estuvo ubicado en un punto intermedio entre Ventas de Casanova y el área de la cuenca del río Cauto, de manera que pudo haber existido una relación, a través del río Contramaestre, entre un área de pesca y los habitantes de Ventas de Casanova, yacimiento en el que aparece una gran cantidad de espinas de pescado y de sumergidores de redes.
“El petroglifo del Maffo puede ser un indicador del surgimiento de las plazas ceremoniales, un espacio que los aborígenes creyeron les permitiría palear la crisis de agua que existió en la zona, según refieren estudios paleoclimáticos”.
-También pudo constituir una marca territorial, debido a que estaba ubicado en un espacio límite entre varios grupos de aborígenes que poblaban la cuenca del Cauto.
“El estudio del petroglifo del Maffo es el mejor ejemplo de este tipo de investigación integral que hemos hecho”, concluyó Racso Fernández Ortega.